AMIGOS Y FAMILIA
Últimamente, he conocido a bastante gente más jovencita que yo. Y, aunque mi madre siempre me verá como a una charlatana, la verdad es que ya no hablo ni la mitad de lo que lo hacía antes. Hubo un tiempo en que me encantaba contar batallitas, anécdotas sacadas de mis propias andanzas o sobre mi familia. Por supuesto, hace unos años mis andanzas personales eran más llamativas, porque siempre andaba metida en líos y sin parar quieta, y ahora tengo la sensación de que no me pasa nada interesante y me da por callarme. Aún así, cuando se conoce a alguien nuevo, uno suele ir hablando, aunque sea poco a poco, de sí mismo, para darse a conocer, supongo, para crear lazos. Pero, no sé, no lo hago, no caigo en la cuenta. Me uno a las conversaciones que surjan, hablo del presente, de lo que pienso de tal o cual tema y las evocaciones del pasado suelen estar vinculadas con la infancia.
(Nota: acabo de untar de mantequilla las hojas de la traducción. Soy lo peor.)
Así, el otro día Valtimor se quedó muy sorprendido cuando le dije que mi padre está muerto y que tuve un padrastro hijo de la gran p*** durante mucho tiempo. Bueno, eso se lo dije tras uno de esos comentarios contumaces míos en los que hablo como si el interlocutor se hubiese leído mi biografía varias veces. Y claro, sé quedó a cuadros y tuve que explicarle un poco el asunto. Y me doy cuenta, la verdad, de que apenas hablo de mi familia.
Me encanta leer a Maguncia cuando habla con total libertad y sinceridad sobre sus sentimientos y relaciones con su familia. Me encanta leerle siempre. Y supongo que me gustaría ser capaz de escribir con esa libertad. ¿Por qué no lo hago, si hablo de todo lo demás tal y como me viene a la cabeza?
La respuesta es bien sencilla. Mientras que Maguncia sabe que la leen sólo desconocidos, a mí me leen mis amigos y algunos miembros de mi familia. La cosa está entre la autoprotección y la consideración a ellos, a lo que les podría parecer que contase ciertas cosas aquí. Y no es por falta de ganas, porque hay algo que hace tiempo que quiero contar, sobre lo que quiero reflexionar en voz alta, pero no me atrevo a hacerlo. Y no sólo por respeto a ellos, si no porque, en los oídos inadecuados, podría ser utilizado para manipular y hacer daño a mis seres queridos. Eso no sería justo.
Las relaciones entre los miembros de mi familia se han ido deteriorando poco a poco a causa de las manipulaciones y mentiras de una persona en concreto, aunque a veces haya habido otros implicados en el proceso. Si se enterase de que yo he contado algo aquí, lo usaría para victimizarse (es una experta) y atacar a quien fuese aprovechando la coyuntura. El día que esa persona deje de estar entre nosotros, mi familia habrá pasado lo peor y, no pierdo la esperanza, volverá a unirse, poco a poco. Están ya mayores, muchos, así que espero que no tarden mucho en solucionarlo.
Creo que, ante la impotencia que me provoca no poder hacer nada al respecto, he acabado por no hablar casi nunca de ellos, salvo en lo relacionado con mi fallecido abuelo y mi infancia. Quien sabe, a lo mejor acabo reventando y pasando de todo. Total, yo ya soy oveja negra.
Zirbêth.
2 Comments:
// pues si, ni qué decir. de repente se vuelve tormentoso para much@s bloguer@s eso de hablar de la familia. algun@s otros quizá seamos nada más un poco cínicos en ventaja.
y de que hay algunos que deberían ser borrados del mapa, eso ni dudarlo tampoco. nosotros siempre mantuvimos cierta independencia respecto a toda la demás estirpe de ambos lados. tal vez de ahí que también ahora no dejen de vernos un poco como bichos raros. cuanti más a mí: soltero, entrad en años, (dizque)artista, vagabundo y sin ganas de echar a perder la vida con esas decrepitudes del matrimonio.
en fin, en todos lados podemos hacer un buen caldo de cultivo con nuestras parentelas. //
eso es lo malo de haber hecho publicidad de tus aficiones blogosféricas entre tu círculo de amistades y familiares allegados ;-))
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