LA GENEROSIDAD DE SUS MAJESTADES
No me puedo quejar. Este año, los Reyes Magos me han traído un piso nuevo con compañeros de piso nuevos y muy agradables aunque, eso sí, elfos perdidos ambos. Me han traido una cama nueva, grande y bastante cómoda, aunque aún me estoy haciendo al cambio. Me han traido un curso de inglés para sacarme el Advanced English Certificate, con compis de cole y un profe inglés con el kit de humor inglés incluído. Me han traído el retorno a la cocina española, a las ensaladas frescas baratitas, a los donuts y el pan pan, no pan-plinas. Me han traído un barrio estupendo que tiene de todo y me queda cerca del cole, de ambos coles. Me han traído una academia de oposiciones y traducciones para hacer. Me han traído un montón de amigos a los que hacía mucho que no veía y echaba de menos. ¡Me han traído un hamster!
Se han dejado la nostalgia hacia los amigos de Valinor que tardaré en volver a ver, un hueco incómodo de llenar en un costado de mi pecho, un vacío en mi cama y mis brazos.
Me han devuelto muchos de mis libros, de mis objetos queridos, mi edredón y el tono pelirrojo de mis cabellos. A mi mami cerca y a Pedro también. La máquina de coser y las telas. Mis diccionarios, mi smial.
Incluso una bonoloto de cuatro euros.
A ver si, además, me traen aquello que les pedí y así dejo de tener huecos y vacíos en lugares tan importantes. También me vendrían bien una mesita de noche y una estantería grande, grande.
Zirbêth, siempre pidiendo.
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