RADIO
Hoy han llegado a la tienda unos equipos de radio, de esos que son dos aparatos pequeños, tipo walk-and-talk (walkitalki), algo más grandes de un móvil, con baterías recargables y que se parecen mucho a las que usan los masters en los roles en vivo. La parejita cuesta treinta libras, es decir, unos cuarenta y cinco euros, y madre mía que tentaciones.
Aunque a mí, lo que de verdad me gustaría tener, es un aparato de radio aficionado, como el que tenía el novio de una amiga y compañera de clase cuando vivía en Córdoba y estaba en segundo de B.U.P. Entonces, lo de los móviles era una fantasía como pueden seguir siéndolo ahora las plaquitas teleportadoras de StarTrek (que ganas tengo de una, por cierto), aunque a mí, sinceramente, no se me había pasado siquiera por la cabeza, ya que ese año fue el primero de mi vida en tener teléfono en casa. ¡Teléfono en casa! Que lujo me pareció, aún cuando casi no me dejaban usarlo (mardito parné).
Ellos hablaban por radio como quien usa el móvil o el chat, siempre que querían. Hacían conatos de programas, emitían la música que les gustaba, tenían amigos en medio mundo. Y a mí aquello me daba mucha envidia (sana) y me disparaba la imaginación. Mucha gente conocida tenía radio en Córdoba. A lo mejor es que, con eso de ser La Llana, pues es un buen lugar para las rádios.
Supongo que ya no habrá tanto radioaficionado como antes. Imagino que, como es una de esas cosas que una vez comprada e instalada, ya nadie puede sacar beneficio a base de tarjetas de recarga, fundas, modelos nuevos, tarifas exorbitantes, etc, pues no se estilan. ¿Las habrán ido prohibiendo por posibles molestias a otros medios de comunicación ondulantes? Quien sabe. La cosa es que me siento tentada por esas radios, pequeñitas, de no sé que alcance, y me imagino en casa con ellas, hablando con mi madre en la suya, o con vaya usted a saber quién. En fin, tonterías nostálgicas, pues para esto de hablar, comunicarnos, vernos, tenemos ahora la red que, démosle tiempo, acabará desplazando al teléfono completamente.
Zirbêth, sin crédito en el móvil, con el fijo averiado, sin radio, pero con Internet.
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