NOCHE CURIOSA
Mañana me voy a de viaje a España. Después de haber comprado el billete de autobús al aeropuerto en el último momento, me he acercado a una tienda de cómics a babear un rato y hacerme un pequeño regalo. Luego, he llegado a casa, me he zampado el regalo recostada en mi querida silla de ordenador y con los pies apoyados en la cama y me he dicho "¡Carajo, que bueno es Neil Gaiman!" una vez más. Ya me lo dijo Kurt, pero me lo tuvo que decir el Calvo otra vez. Si es que soy dura de mollera con avaricia.
Y estaba sentada leyendo comentarios en el blog de Odyseo, cuando me he dicho, "Zirbêth, son las ocho de la tarde y todavía no has hecho nada por preparar el viaje de mañana...". Al salir de la habitación, había un hombre en mi cocina. Dado que casi soy vegetariana por osmosis, he decidido no cocinarlo, aparte que el horno es pequeño y mis habilidades con hojas se limitan a las de gomaespuma en los roles en vivo, y ni esas, vamos. El caso es que, como no soy La Chica de los ojos hambrientos, he entablado una civilizada conversación.
Un rato más tarde, estábamos los tres Cedric (que nombre tan bonito), Tiia y una servidora en la cocina, él y yo escuchando y consolando, ella comentando sus problemas sentimentales. Unos minutos después, estabamos los tres en mi habitación, él sentado a mi ordenador modificando su curriculum vitae y ella despotricando como sólo se hace cuando se está muy enamorada y muy herida.
En fin, se supone que yo me iba a leer un cómic, me iba a meter en la cama e iba a dormir horas extras para el tirón de mañana, que van a ser unas doce horas entre unas cosas y otras. Pero no va a ser posible. Ella va a dormir conmigo y, ahora mismo, nos vamos a meter dos pizzas entre pecho y espalda y a ver una película. Osea, que mañana me voy a morir por los rincones.
Bueno, al menos se han ofrecido como mulos de carga, así que los vaya usted a saber cuantos kilos no los voy a tener que llevar todos yo. Gracias, Eru, por los pequeños favores.
Zirbêth.
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