jueves, septiembre 30, 2004

TAL DÍA COMO HOY

Tal día como hoy, hace dieciseis años, murió mi abuelo. Pese al tiempo transcurrido, sigo pensando en él practicamente cada día, porque fue una de las personas más buenas y honradas que he conocido. Y el mejor abuelo también. Le gustaba dormirse mientras yo le peinaba, afeitaba o incluso cortaba el pelo. Me defendía cuando alguien me regañaba demasiado (yo tendía a desmayarme, era muy sensible, cuando alguien me gritaba), me daba aceitunas rellenas de anchoa y sidra El Gaitero de las que guardaba en la despensa. Cuando pasaba temporadas con mis abuelos en la casa de Los Ogíjares, nos bajábamos al huerto a trabajar allí juntos y a comernos lo que cultivaba sentados en los escalones que le daban acceso. Vestía casi siempre con ropas marrones, pantalones de pana. Sentía una pesadumbre enorme cuando rememoraba que, en la Guerra Civíl, había disparado y matado, y creo que nunca se perdonó por ello. Me llamaba su nietecilla, aunque durante años fue mi padre, el único padre que de verdad he tenido y me ha querido. Le echo mucho, muchísimo de menos. Y no puedo evitar pensar que, de no haberse ido para siempre tras el último infarto, si hubiese vivido algunos años más, mi vida y la de mi madre, las relaciones de toda la familia, hubiesen sido muy diferentes. Nos hubiese protegido. Sueño con él muy amenudo y ahora que escribo, siento aún el calor del amor que siento por él, esté donde esté. Bueno, está en mi corazón.

El cuento "Un paseo por la playa" está inspirado en su recuerdo y su amor.

Zirbêth