lunes, septiembre 27, 2004

LO QUE SON LAS COSAS

Leía esta mañana en el autobús el primero de los textos complementarios del libro de Savater (sí, sí, ese del que no paro de sacar citas interminables), que trata sobre cómo hacer filosofía. O filosofar. O hacer el filósofo, no sé, lo que ustedes prefieran. El caso es que decía que, lo primero, era leer. Leer de verdad, no en plan a ver si lo termino y puedo pasar a otro, ni tampoco leer para constatar o refutar a X persona buscando una Verdad que aplastase su opinión y se impusiese como única y original (de origen de, no de innovación). Hay que leer empapándonos, tomándonos nuestro tiempo, subjetivamente desde ese libro y desde los que antes leímos. Y yo me dije, ea, Zirbêth, no pasa nada porque empezases el libro hace dos meses y vayas más lenta que el caballo del malo; lo estás leyendo bien (por una vez, que ya me vale, la de libros que me he leído sólo para cumplir...).

Sigo leyendo y el muy ... me vuelve a dejar a cuadros. Una cosa que siempre me ha preocupado (o al menos, desde que recuerdo) es mi mala memoria. Puedo leer y leer y aunque me quede con las ideas generales, casi siempre acabo olvidando, no ya el autor o el título, sino mucho de lo leído. Joroba, es muy frustrante, sobre todo cuando estás frente a un papel en blanco donde te piden que escribas todo eso que te leíste. Bueno, pues resulta que no me tengo que preocupar tanto. Que lo de que lea, interiorice y olvide es exactamente lo que hay que hacer. Porque, de lo contrario, no estaría creando nada, me limitaría a copiar, más o menos minuciosamente, lo que otro pensó y escribió antes que yo. Y, dado que desgraciadamente, salvo unos pocos, la mayoría se dedica precisamente a eso, a memorizar, a repetir, a ser objetivamente plagiantes, como si sólo hubiera una manera de sentir o pensar los sucesos de la vida, como si tratásemos de uniformar los pensamientos y alisar los escollos del librepensamiento para que todos fuesemos iguales precisamente en aquello que no debemos serlo si pretendemos ser seres humanos... Bueno, pues nada, todos empeñados en repetir hasta la saciedad sin aportar nada nuevo. Como si la vida fuese una tabla de multiplicar más de cuya exactitud dependiese nuestra existencia.

Pues no, señores, hoy he descubierto que mi olvidadiza mente está haciendo lo correcto. Leer, interiorizar, olvidar, crear. Olvidar para crear, que curioso. Porque sólo aquello que escribimos después de deglutir lo que otros nos dejaron nos libera y hace posible que creemos algo nuevo. Nuevo no por innovador, no por original, sino porque las palabras con que expresamos ese algo nuevo (o imágenes, trazos a pincel, ángulos rotos con cincel...) salen de nosotros y llevan algo que es sólo nuestro. Nuestro granito de arena a la playa de la imaginación, del avance hacia lo desconocido pero ansiado.

Sí. Yo leo y olvido. Y escribo sin demasiado pensar en lo que estoy escribiendo, es decir, sin buscar la innovación y la originalidad que tanto vende pero poco me interesa salvo cuando es genuína: simplemente, me siento y escribo, y aunque posiblemente quien me lea a mí llegue a la coclusión de que mi historia se parece mucho a una que leyó una vez en vaya usted a saber dónde, mi historia será mía. Nadie las habrá escrito exactamente igual antes, nadie le habrá dado mi toque, porque sólo yo puedo dárselo.

Puede que les parezca que digo obviedades. Puede que piensen que estoy repitiendo lo que he leído. Pero no, lo leído ya lo digerí, ya casi lo olvidé, ya lo hice mío y, por tanto, lo cambié.

Me gusta mucho este libro porque, como ya me pasase antes, aunque sin perder la capacidad de asombrarme, esta persona ha expresado de maravilla un montón de ideas que tenía ya bullendo en mi cabeza hace tiempo, pero que mi capacidad expresiva no alcanzaba a dar tan bella forma. Gusta ver que uno no está sólo en el mundo y que hay quien tiene la capacidad de declarar de viva voz aquello que nos inquieta y que tanta gente da en adjetivar de imposible.

Ya estáis tardando en leerlo. Yo me voy a ir a la piltra a ver si leo un ratillo, que estoy agotada. Odio no tener lamparilla de noche...

Zirbêth, revolucionada.