martes, septiembre 28, 2004

REFLEXIÓN AMATORIA

Porque amo, no siento ningún compromiso, ninguna atadura, ninguna imposición. Disfruto de mi tiempo en solitario, afortunadamente ya he pasado aquel maladado tiempo en que estar lejos de él era sangrar y supurar tristeza. No, ya no sufro. Ya simplemente amo. Echo de menos, especialmente hablar al final del día, reconocer su olor en la almohada cuando estoy en duermevela. Alargar la mano y tocarle. Echo de menos ser parte de su día a día, aunque nunca sea su día a día, como a veces lo ha sido él para mí.

Y si algún día dejo de quererle, si algún día llego a amar a otro, no sentiré tampoco ninguna atadura ni compromiso, y me dejaré llevar por la vida como quien se mece en la corriente de las olas, dejándose arrastrar con ellas hasta su mismo destino. Pero, hoy por hoy, pese a la distancia, pese a los peses, no hay en mi corazón otro sentimiento que este. Porque miro alrededor y veo otras caras, otras bellezas, escucho otras voces, río con ellas. Me veo observada por otros ojos de tonalidad azul. Pero son sus ojos los que me raptan, su voz la que me hechiza y su olor el que me expande más allá de mí misma. Es su mente independiente, diferente, prodigiosa, la que me hace quererle.

Zirbêth