domingo, octubre 25, 2009

DE VEZ EN CUANDO

Creo que la esperanza es una condición intrínseca de nuestro cerebro. Incluso cuando uno está desesperado, una parte del cerebro sigue insistiendo en conseguir aquello que damos por imposible. Se me ocurre que, de no ser así, tendríamos un sistema de autodestrucción en el cerebro para las verdaderas pérdidas de esperanza que nos libraría del sufrimiento sin tener que pasar por el trance de buscar un puente desde el que saltar, un bote de pastillas que ingerir o pringarlo todo de sangre al cortarnos dolorosamente con algún objeto afilado.

Vale, es una burrada, pero nos ahorraría muchas chorradas místicas, como que el suicidio es un pecado mortal: no, no es un pecado mortal, es un acto mortal, porque te mueres. Punto pelota. Ejem.

Retomo el hilo.

Decía que la esperanza nos es intrínseca. A la vez que nos permite no hundirnos y seguir luchando, resulta que nos la juega haciéndonos olvidar o creer que, la próxima vez, en la misma situación, no nos va a ocurrir lo mismo. Qué zorra, la esperanza (la Aguirre, más). Y conste que me alegro de tenerla, sobre todo en cuestiones que no dependen únicamente de mi propia condición, sino que incluyen otras variables en la ecuación victoria o derrota: por ejemplo, me alegro de la existencia de la esperanza que te lleva a confiar en una persona pese a que otra te haya traicionado; o que un trabajo de mierda donde te han puteado no te haga desistir y buscar uno nuevo porque te crees aquello de "más vale mal conocido que bueno por conocer" (mentira gorda gordísima donde las haya...).

Pero en otras ocasiones es una jodienda. Por ejemplo, en lo que se refiere a mi cerebro y sus capacidades. A estas alturas de la película, debería saber y que no se me olvidase convenientemente cada equis tiempo que no me puedo sobrecargar o se me cortocircuitan las neuronas. Y que restaurar el sistema lleva tiempo y puede tener muy feas consecuencias.

Ejemplo: vida social en eventos roleros simultáneos. La idea es taaaan tentadora. Otras personas lo hacen, así que ¿por qué yo no? Va a ser genial ser una mutante humana-planta, una prostituta francesa y una tribial impura en tres findes. ¡Cómo molo! Ya. Ejem.

Cerebro: Toc, toc.
Yo: ¿Quién es? Mi menstruación, ¿verdad?
Cerebro: No, esa toca la semana que viene. Soy yo, tu cerebro jodido y de ninguna manera multifunción. Me has sobrecargado de emociones. Así que vengo a joderte un ratito, como muestra de agradecimiento.
Yo: Mierda. ¿Otra vez desorganizado y cagándola en todo? ¿Va a durar mucho?
Cerebro: No sé, aún no lo he decidido. Tráeme una cerveza y las zapatillas de estar en casa. Ya dejo yo mis cosas en tu armario.
Yo: Pero si no tengo sitio...
Cerebro: Te jodes.

Ayer, hablando para nadie pero en voz alta, solté en casa: Ay, con lo que yo he sido... Mi madre se descojonó mientras me decía que hablaba como una vieja. Yo no pensaba en esos términos, sino en aquellos otros que me definían como persona de intensa vida social y siempre metida en saraos... y siempre en estado de ansiedad. Entonces ese estado de ansiedad me parecía que era sentir intensamente. Y, sin duda, lo era. Pero era también caótico, improductivo, desorientador, agotador. Un coste emocional enorme con unos altísimos intereses a pagar por el resto de mi vida.

Por eso, cuando la esperanza me hace olvidar que debo tomarme la vida de manera ordenada y no sobrecargarme, corro el riesgo de verme arrastrada por un caos mental que afecta a todos los órdenes de mi vida diaria: la cago en el curro, dejo de cuidarme físicamente, como mal, paso de mi gata, no mantengo mi casa limpia y ordenada, no cumplo mis compromisos, despilfarro dinero y tiempo... Y la recuperación de reordenación de todos los parámetros me suele llevar semanas.

Por eso, normalmente llevo una vida tranquila, donde dedico la mayor parte de mi tiempo y energía al curro, y el restante a no perder el control y dormir mucho los findes, para recuperarme. Lo que pasa es que las emociones son adictivas, y de vez en cuando olvido y desoigo mis propios consejos y me dejo llevar. A veces compensa. Otras, francamente, no.

Ahora estoy en proceso de reorganización. El curro principal ya está bajo control, y la cuota de sueño al corriente. Necesito ponerme al día con los estudios y una trabajillo extra que me salió. Y la pasta... Bueno, esa espero estabilizarla en Navidad.

Porque lo próximo, seguramente en enero, será irme a vivir sola. ¡Por fin!

Zirbêth.

6 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Animo encanto, el conocer esas "limitaciones" es lo unico que te puede permiter mitigar sus efectos.

No es cuestion de llevar ni vida monacal ni de crapula, en el equilibrio esta la virtud no?

Pero que jodido es eso...

10:45 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Bueno, poquito a poco se hace camino...

Un fuerte abrazo guapetona¡¡¡¡


Snaga.

11:32 a. m.  
Blogger Igrein said...

Bufff... bienvenida a mi mundo...

Pero es que a veces no puedes resistirte... aunque lo intento, lo intento... jajajaa!!!

Un besín!

6:24 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Pero avisa de dónde te metes, que luego te me despistas y no te encuentro. :D

S.

1:18 a. m.  
Blogger El maldito pirata said...

-"El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra".
-Eso es porque tiene espereanza.
-Bueno, pues ahora tiene esperanza y un pie jodido.

Si es que es ajqueroso el tener tantas cosas al tiempo en la cabeza (y encima tener compaginarlas con esas cosa tan molesta que llaman "vida real" y no deja de apartarnos de los asuntos importantes ^_^). En fin, espero que se te desinfle pronto el coco. Seguramente ahora entiendas mejor por qué Janos Adar no regresó de las tierras de Levante...

3:59 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Ja, Ja, ja... Me suena bastante, y lo digo con la resaca de "Sombras sobre Tindar": Falta de sueño, comer mal, coser... remachar... no te manches con el látex que no sale de la ropa . y ese sentimiento Quijotesco, mitad soñador mitad apaleado.

Si, hay que controlar las dosis.... Uff, un beso. y que viva la independencia.

11:48 p. m.  

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