miércoles, octubre 10, 2007

LA ARAÑA

La vi en mi jersey cuando lo cogí al ir a salir del trabajo. Era diminuta y se agarraba a la lana con seis de sus patas, mientras las otras dos, las delanteras, las alzaba en lo que me pareció un gesto amenazador o desafiante. Me cabía en una uña, y era absolutamente preciosa.

Me la llevé en el jersey al comprobar que no tenía la más mínima intención de saltar o colgarse de un hilo. Fui todo el camino hasta el metro mirando el jersey, para comprobar que aún seguía ahí, y aunque se movía un poco cuando le daba el viento, siguió fírmemente asida al punto. Sólo soltó un hilo cuando un golpe de aire la amenazó desde las dársenas de autobuses de Méndez Álvaro. Le di la oportunidad de pegarse a una pared, lejos de gente que la pisotease, pero trepó por el hilo hasta alcanzar de nuevo el jersey. Así que me la llevé conmigo a Aranjuez. Durante el trayecto en autobús, prácticamente no se movió. Una vez allí, me fui por el paseo central de la calle Capitán, lleno de árboles y arbustos. Y parece que supo que había cerca naturaleza de la buena, porque entonces se espabiló y apenas me dio tiempo a acercarme a un arbústo, donde colgando al final de su delicado hilo de seda, la deje para que encontrase un nuevo hogar.

Si no la hubiese visto al ir a cojer el jersey, probablemente se hubiese caído en cualquier sitio, o al agarrarlo la hubiese aplastado. Algo tan pequeño y delicado tenía todas las papeletas para que mi enorme humanidad la hubiese destrozado sin siquiera darme cuenta. Pero la ví, y desde ese momento traté por todos los medios de no dañarla.

Algunos humanos actúan así. Cuando ven un animal, del tipo que sea, en peligro o desamparado, tratan de evitar hacerle daño con sus acciones e incluso de ponerlo a salvo de la acción de otros humanos. Pero la mayoría me temo que no. La humanidad, en su conjunto, arrasa con todo lo que se encuentra con tal de sacar algún provecho o beneficio. No le importan los animales de su entorno, como tampoco le suelen importar que haya otros seres humanos a los que pueda perjudicar. De lo contrario, las guerras, la devastación de los recueros planetarios, la extinción de las especies..., todo eso no serían temas preocupantes para que los que sí procuramos no destruirlo todo en nuestro avance. Ya sea una simple arañita, los bosques de la provincia, el Amazonas o el Polo Norte.

Zirbêth.