lunes, octubre 08, 2007

ENTRE LA ESPADA Y LA PARED

El título es un poco exagerado, pero expresa bien como me siento. Es una sensación extraña. Por primera vez en muchas semanas, me siento plof hasta el punto de no querer más que quedarme en casita, en la cama, con un libro y en total soledad. No sé si es que estoy incubando algo, que llevo muchos días en un estado de excitación agotador, o que hay algo que me perturba y afecta de manera negativa. Probablemente, sea un poco de todo. En cualquier caso, siento que necesito echar el freno. Pero no va a ser posible. El trabajo es el trabajo, y no hay más que hablar. Y no es que lleve una vida social muy agitada, la verdad. Con lo del traje para el Juego de Tronos estoy teniendo que subir a Madrid todos los findes, pero salvo ayer no me había pesado.

No me gusta ver sufrir a mis amigos. Pero tampoco me gusta sentir que puedo estar siendo manipulada. He descubierto que es un miedo que me asalta cada vez que se me acerca (o me acerco) a alguien nuevo: siento una desconfianza automática cuando la gente me habla de ciertos temas. Ese tipo de temas que implican a otras personas, o que de algún modo les hacen ser centro y víctima de las circunstancias. Tiendo a sentir que debo ayudar a esas personas, pero a la vez temo que, como en anteriores ocasiones, me estén intentando manipular o aprovecharse de mí.

Necesito un fin de semana extra hoy mismo. Estoy agobiada. Una parte de mí siempre querrá huir del mundo y encerrarse en su burbuja hermética de soledad.

Zirbêth.