ÚLTIMAMENTE
Se nota que paso mucho tiempo en casa, sola. Apenas se me ocurre qué escribir, de que hablaros. He cambiado de terapeuta, del psicoanálisis a la terapia congnitivo-conductual. De momento es pronto para decir si el cambio es a mejor, porque sólo llevo una sesión con la nueva. Es encantadora, eso sí.
A lo mejor no escribo porque se me ha roto el ordenador. Aunque escribo en el blog desde el de mi madre, que es el que tiene conexión, lo cierto es que mi inspiración está unida a mi ordenador y mi dormitorio, a ese submundo o burbuja en el que tantas horas paso y donde encuentro la serenidad y las musas me visitan, de tarde en tarde. Sin mi ordenador, no soy nadie.
Debería estar estudiando, pero me bloqueo. Así que, para no sentir que pierdo demasiado el tiempo, me estoy cosiendo una capa rojo sangre con borreguito, una capa de invierno a juego con un vestido que haré un día de estos. Aunque la he pifiado un poco al cortar el cuello y va a tocar fruncir con fruición.
Y eso es todo. Un rollo de vida, vamos. Mientras el tiempo pasa inexorable, se me escapan los días en esta especie de limbo enfermizo. Al menos, ya estoy bajando de peso, poco a poco, pero menos es nada. Espero, para dentro de unos seis meses, volver a estar como antes de irme a Inglaterra. Y que, paralelamente, mi mente haya ido librándose de esa sobrecarga que me anula.
Quiero mi ordenador. Quiero mi vida.
Zirbêth.
1 Comments:
Como decía un escritor siempre hay incertidumbre, como si el destino estuviese conteniendo la respiración, esperando. Es entonces cuando nuestra vida puede dividirse en momentos de transición o en momentos de revelación o ambas cosas. Y es en esos momentos cuando el corazón flaquea, es cuando aparece el mayor de nuestro enemigos y este mas fuerte que aquellos contra los que nos enfrentamos en nuestra vida diaria es la oscuridad del alma y es en esos momentos en los que podemos flaquear. Pues nos sentimos perdidos en una guerra. Esta guerra no la libramos ni contra personas, ni poderes por mucho que nos empeñamos en darle forma es contra la impotencia y el miedo. Porque sabemos que la perdida seria mayor que la muerte de nuestro cuerpo, seria la muerte de los sueños, y de la esperanza. Ante ese peligro no debemos ni podemos fallar... ante ese peligro no existe la rendición. Incluso en nuestros momentos de felicidad sabemos que está a nuestro alrededor, esperando en momentos de transición para nacer en momentos de revelación. Por eso miramos de forma desafiante a nuestro destino pero también con inquietud. Porque nadie sabe cómo será el futuro ni a dónde nos llevará. Sólo sabemos que siempre nace con dolor.
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