RESACA
Tengo la cabeza como un bombo, y ya van dos días. Supongo que es cosa del calor y de lo mal que duermo, porque salvo agua y alguna fanta (marca la pava) no he bebido nada desde hace bastante. Ayer volví del hospital, de visitar a la abuela, absolutamente agotada. Me comí una hamburguesa y me fui a dormir. Me despertaron el calor y las ganas de ir al baño (es lo que tiene beber seis litros ade agua al día). Abrí la ventana, dejé la puerta abierta para que corriese el aire, me puse tapones de los oídos y cerré los ojos. Algo que me tocaba me hizo pegar un bote de varios cms en vertical. A saber que cara tenía para que el elfo me hubiera seguido hasta mi cuarto. Claro, por los tapones no le había oído cuando varias veces me preguntó que si estaba bien, así que me tocó para asegurarse. Me desvelé.
Ducha fresquita y a la cama, a tratar de dormirme. Dos horas y media de lectura necesité para conciliar el sueño. Ya sólo me quedan ciento cincuenta páginas (o menos) del libro de Nerópolis (donde, que cosas, anoche leí sobre augures y auríspices, más valorados los primeros que los segundos, y sobre que, a falta de los pájaros adecuados, en los ejércitos siempre se valían de pollos a la hora de leer las entrañas en busca de alguna pista sobre la suerte de la batalla).
He tenido sueños inquietos, sobre vampiros y cosas por el estilo, aunque todo empezó, para variar, como una supuesta partida de rol algo demasiado realista. Bastante normal, vamos. Tengo resaca.
Resaca emocional, resaca de tensiones, que son lo que me deja hecha un trapo. Como le comentaba a un amigo el otro día, puedo pintarme la casa y luego irme de cervezas, pero las tensiones emocionales me dejan tirada hasta varios días. El post ¿verdad o mentira? fue el inicio de una carta, aunque cuando empecé a escribirlo no lo sabía. Esa carta ha sido una especie de resumen/intento de poner por palabras aquello que tan cabreada me tiene. El post vino provocado por una de esas situaciones en las que, por lo general, me retiro para evitar en parte estas resacas. Pero por más que trato de ver la razón en, por esta vez, haber exigido ser yo en vez del contrario la primera en la cola, no consigo sentirme bien con lo hecho. Creo que tengo razón, que es lo correcto lo que he hecho, pero el resultado es dos días (de momento)de no sentirme bien, porque hay algo que está ahí y no cambia, y es que este tipo de situaciones me dejan más cansada que pintar cuatro casas. Cuando uno sabe de sus puntos débiles y, aún así, los fuerza, suele salir mal parado.
Estoy, por tanto, agotada. Encima duermo fatal, y dormir mucho es lo que me suele sacar de estos agotamientos. Espero que algo bueno salga de esa carta donde explicaba mi enfado. Al menos, de algún modo, lo he sacado un poco de mí. Todo esto es aún, me temo, una herida sangrante. Aunque ya no esté enamorada de él ni le quiera de ese modo. Siento como si los últimos acontecimientos estuviesen embarrando incluso los recuerdos felices.
En fin, hoy toca pago de alquiler (que ilusión más loca) y me voy al hospital, otra vez. Hoy la soledad me pesa como una losa. Aunque, la verdad, tampoco es que me apetezca demasiada compañía. No me entiendo ni yo...
Zirbêth.
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