viernes, marzo 11, 2005

NI IDEA, SOLO DIVAGO

Lo que tengo ahora mismo en la cabeza es algo así como una conversación entre mis alteregos bastante poco consistente. Mañana el el primero de los exámenes de Cambridge y lo único que siento es aburrimiento y cierto fastidio por tener que madrugar tanto en sábado. Lo de los madrugones se hila sin dificultad con que me he dado cuenta de que yo, que últimamente odio madrugar y que me paso la vida diciendo "no quiero ir al cole" para referirme a todo aquello que tengo que hacer y no me apetece un pelo, estoy estudiando oposiciones para ir el resto de mi vida al cole. Contradictorio, absurdo, pero cierto.

Friki. Mis amigos que, como yo, son frikis del rol en vivo, están muchos de ellos en un evento en Toledo. Hace unas semanas me dijeron que si quería ir, pero la ilusión se desvaneció en cosa de segundos, cuando recordé que el maldito examen que me habían puesto en sábado, era precisamente este sábado. A ese rol en vivo van dos personas a las que no conozco, ya maduras, a los que les encanta también esto de rolear y jugar, cuyo hijo también era rolero y murió el año pasado en el atentado de Atocha. Que la vida sigue hay que demostrarlo viviendo.

Me viene también a la cabeza el principe bastardo Juan, quien se jactaba, en Mucho ruido y pocas nueces, de ser un bribón muy sincero, y mi mente me recuerda que poco me gustan las personas manipuladoras, para a continuación recordarme la única cosa sensata que consigo recordar que jamás me dijera mi prima Ana, esa a la que eché de mi vida hace ya muchos años, una mañana en que mi nivel de soportar manipulaciones llegó a defcon 1: qué los defectos que más odiamos y que menos soportamos en los demás son los que menos nos gustan de nosotros mismos. Cierto, en ocasiones, pero me alegra poder decir (muy alto) que no es mi caso: los dos defectos que peor llevo son la manipulación y la envidia. A esta última la considero una enfermedad (iba a decir del alma, pero me autorecuerdo que soy atea). Además, los defectos que menos soporto de mí van variando con el tiempo. Hoy por hoy, es lo poco práctica que soy en esto del dominio de los sentimientos. Pero es difícil, a la vez me siento orgullosa de esa especie de tozudez que me hace tan constante en mis afectos. Quizás debiera decir tajante.

Ese extraño orgullo es el que el ser humano sea, a la vez, fácilmente manipulable. Todos sentimos ese contento por cosas nuestras, sea esto la buena memoría que nos ayuda a sacar buenas notas, la agilidad que nos permite destacar como deportistas, el ingenio que nos hace ser el centro de las fiestas y bromas con los amigos... De repente, ese orgullo se convierte en arma en manos de desaprensivos, que aprovechan alguna de nuestras habilidades y orgullo por el producido para hacer daño, de manera más o menos sofisticada, a terceros. Claro que, bien pensado, puestos a utilizar vía manipulación, esos desaprensivos usarán lo que encuentren a mano, ya sea el orgullo o la inseguridad, el despiste o el miedo, la fuerza o la debilidad. Cuando uno de enfrenta a estos individuos, no puede dejar de recordar la frase del filósofo: "El hombre es un lobo para el hombre". Los hay encantados en erigirse en lobos y convertirnos al resto en ovejas. Y desconfiad de los pastores, en realidad son también lobos.

También me quema la sangre sobre mí misma que demasiado a menudo tiro la toalla con extrema facilidad.

En fin, tengo ganas de zumo de naranja y de ver una peli. Voy a tomar la bastilla audiovisual.

Zirbêth.