jueves, marzo 24, 2005

DESCONFIANZA, RENCOR, ESTUPIDEZ

Cuando te crías con un hijo de puta maltratador, conocido en estas ciberlatitudes como El Capullo, las posibilidades de crecer desconfiando del macho de la especie son, como poco, altas. (Estoy pensando que podría decir aquí sin problema alguno su nombre y apellidos, por si algún desafortunado se lo encuentra, que vaya prevenido, porque es de los que, de puertas para afuera, parece simpatiquísimo y encantador; vamos, como muchos maltratadores).

Así que al llegar a cierta edad los daños psicológicos colaterales salieron a la luz en forma de una muy mal entendida revancha en que me dediqué a tratar a los tíos con la punta del zapato en cuanto me parecía que se pasaban lo más mínimo y, lo admito, sin llegar a hacer nada contra mí. No sé qué clase de lección pensaba que les estaba dando, pero creo que hice el imbécil hasta aburrirme. Abusé de eso que Savater (y otros antes, ya lo sé) llaman cosificar al prójimo. Pero las relaciones son interactivas: cuando tratas a alguien como a un objeto, te estás volviendo objeto tú mismo.

El daño que pude hacer al utilizar a algunos hombres no creo que haya sido mayor que el que me hice a mí misma. Ya estoy curada (incluso aunque ahora mismo esté en una fase de furia y despecho que me llevan a saltarme estos maravillosos principios éticos de los que tanto hablo aquí y a decir cosas que sé que hieren). Ya he pasado esa absurda etapa revanchista, he entendido, comprendido, no perdonado ni olvidado, pero sí racionalizado y sacado el jugo en forma de aprendizaje. Espero ser capaz de trasmitir ese conocimiento cuando sea maestra en un colegio o a mis hijos si los tengo, para que vivan más sanos mental y emocionalmente.

No es justo hacer pagar a otros por lo que alguien concreto te ha hecho, aún cuando desgraciadamente haya muchos que se dediquen a hacer lo mismo a lo largo y ancho del planeta. No es justo que porque alguien te haga daño, trates a todos como si te lo fuesen hacer. No es justo para ellos, y no es justo para tí mismo. La de personas maravillosas que te puedes perder por culpa de la desconfianza, el rencor y la estupidez.

Zirbêth, que se tiene que aplicar el cuento en lo que a los granadinos se trata, aunque los diez años que pasó allí le hayan hecho llegar a la conclusión de que jamás volverá, salvo en vacaciones y a ver amigos.

1 Comments:

Blogger Aldebarán said...

Una persona importante para mi dijo que se maltrata o lastima a los otros en en el mismo modo que lo maltrataron a uno. Si usaron la ironía, pues nos volvemos irónicos con los demás, o exigentes o chantajistas o golpeadores o... lo que sea.

Esto, por supuesto es inconsciente. Es superable, pero a veces, las menos, en los momentos de enojo o de fustración, sale otra vez la burra tirando para el monte nuevamente. Vaya si lo sabré yo...

Te felicito que ya hayas superado esa etapa. Ánimo y siempre p'alante!

5:39 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home