miércoles, febrero 09, 2005

EJERCICIOS DEL COLE

Muchos de los ejercicios de clase en el British Council suelen estar hechos a base de artículos y estractos de libros que muchas veces me resultan bastante curiosos e interesantes. Uno de los últimos era sobre una escritora que se dedica a las biografías. Pero no a las biografías de personas eminentes o importantes, si no a las de aquellos que se las piden.

Personas generalmente de cierta edad que ven como se les acaba el tiempo y quieren dejar un legado a sus hijos y nietos, dado que, cada vez más, la gente ya no se reune alrededor de una mesa con sus familias y se habla del pasado, los abuelos ya no son reconocidos por su papel de depositarios de la sabiduría, desbancados como están por el alfabetismo generalizado (cosa buena) y por la tele, el cine y demás, que nos mantienen ocupados y nos impide, muchas veces, disfrutar de la compañía que ellos podrían ofrecernos (y que hace que muchos acaben aparcados en asilos, porque sus hijos no tienen tiempo para hacerse cargo de ellos).

Pues bien, muchos lo hacen como legado, otros como confesión, otros como simple desahogo y reflexión. Esta señora va a sus casas y les graba durante horas, para luego transcribir esos recuerdos de manera que se conviertan en una narración ordenada y de calidad (al parecer, escribe muy bien). La única pega es que, al parecer, es bastante caro (ya que la "tirada" no suele ser muy grande)

Con tanta gente que critíca esto de los blogs-diarios en la red, que dice que no los lee porque son todos lo mismo, que crítica lo del despelote emocional en público, pues, la verdad, a mi me parece bien que se pueda hacer, aunque no lea todos los blogs que me encuentro a mi paso, como no leo biografías que no me atraen.

Pero, de los blogs, me gusta esa sensación de frescura, de recién horneado, de real y cercano que emanan (ya sea mejor o peor escrito). Y es un legado, una especie de presente, no ya para nuestros descendientes, si no para nosotros mismos, que podremos volver a momentos del pasado que capturaron las palabras y en virtud de las mismas siguen formando, de algún modo, parte del presente.

Aunque confieso que, si no fuera porque sé que más gente lo lee, es muy posible que jamás hubiese escrito un diario. Cuando escribía, lo hacía siempre en género epistolar, ya fuese a amigos o a mí misma. Muchas veces, las cartas a amigos no llegaban a alcanzar su destino. Las conservo guardadas a buen recaudo.

La otra razón por la que no escribía diarios o cartas antes, es porque mi cerebro siempre ha ido más deprisa que mi escritura a mano. Eso, por no mencionar lo de que no se puede borrar y corregir sin tener que empezar la carta de nuevo...

Zirbêth.