miércoles, noviembre 17, 2004

POR CIERTO

Por cierto, que salvo este incidente, mis recuerdos de las maestras y monjas y del colegio entero son geniales. Un gran colegio, con patios enormes llenos de columpios y árboles y unas monjitas dulcísimas, la mayoría. Y creo que eran buenas maestras. Yo aprendí mucho y no me recuerdo aburrida, cosa que sí me pasó en otros colegios. Eso sí, yo ya era atea por aquel entonces y las traía por la calle de la amargura, discutiéndoselo todo y diciendo a cada rato "eso es mentira". Pero nunca me castigaron por ello. Sólo me pedían que no interrumpiese demasiado a menudo la clase.

Zirbêth.