domingo, mayo 25, 2008

BESTSELLER

Los bestseller son a los libros lo que los purés a la comida: no hay que masticarlos, se comen rápido y se digieren a más velocidad aún, pero algunos hasta están buenos. Como últimamente el trabajo está resultando tan agotador, me estoy dando una enorme mano de puré. Quiero decir, de bestsellers. Al menos, en comparación con mi media.

Como llevo cosa de un año (es un decir) que me apetece mucho la novela policiaca, y como no consigo encontrar en las librerías el siguiente de mi querido Harry Bosh, al final cedí a la tentación y me compré "Todo lo que muere", título que me llamaba la atención tanto como el estar en todas partes expuesto me reperlía. Al final, acertó mi intuición, porque deja bastante que desear: inconsistencia de la personalidad del prota (aunque hay tanto humano real inconsistente que no sé muy bien de qué me quejo), previsibilidad de los acontecimientos (supe enseguida quien era el asesino), y esa extraña sensación de que lo que tenía entre las manos era un producto y no un libro.

[Inciso: Debo decir que me pasa eso mucho últimamente. Con los libros menos, pero con la música y el cine, puffff. Parece que lo que durante un tiempo fue un adelanto tecnológico que se hizo arte, pasó una temporada de entretenimieno sincero para acabar convirtiéndose en mero producto que hay que consumir. El consumismo capitalista ha hecho de todo una gran mentira. Fin del inciso.]

El mismo día que me compré "Todo lo que muere" (me sigue sonando genial el título, curiosamente una mala traducción del original, sic), caí en la tentación de otro bestseller, este enoooorme, requetegordo, multipaginario y con un pésimo título, pero con el que me lo estoy pasando muy bien. No deja de ser uno de esos guiones de peli de serie B, de los que hemos visto en series de TV de ciencia ficción catastofrista ya unos cuantos, pero, oye, cómo lo estoy disfrutando. Me recuerda un poco a esa serie que tanto me gustó y de la que no ha habido continuación llamada "Surface" (era así, ¿no?), con la que pasé uno de los momentos más angustiantes y de mieditis de los que puedo recordar en mucho tiempo. De hecho, cada vez que uno de los protas se interna en el mar, se me hace un horroroso nudo en el estómago y el corazón me late mucho más deprisa. ¡Es genial! Por cierto, el libro se llama "El quinto día", y va de que los mares y océanos pasan al contraataque y le plantan cara a los humanos. O eso creo, que apenas llevo ciento ochenta páginas de las mil ciento setenta y seis de la edición de bolsillo. Lo admito, ¡sigo sintiendo una extraña emoción infantil cada vez que tomo entre mis manos un libraco de esas proporciones!

Así que ahí ando. Leyendo bestsellers porque estoy demasiado cansada para leer nada más complejo. Regocijándome en una aventurilla de las de castástrofe merecida por lo malo que es el ser humano con el planeta, contribuyendo a que un tipo y las editoriales saquen pasta de los detritos del ser humano, esos que siempre digo que que nos abocan a nuestra propia destrucción. A lo mejor, libros como este consiguen que algunos se sensibilicen, aunque mientras los codiciosos dirigan el mundo y la masa perezosa les dejen, de poco va a servir. Aún así, sonrío.

Zirbêth, asustada por las ballenas que observan a los observadores.