martes, abril 12, 2005

Y PARA COMPLEMENTAR, OTRA

"Toda la ética no es más que un recordar y reclamar que la relación con los sujetos es más enriquecedora para un ser humano que la relación con cualquier objeto; que si sólo tuviéramos relación con objetos no soportaríamos la vida; que todo lo que da alegría, profundidad, sostén a la vida, es lo que viene de ser sujetos; y que por lo tanto, a un sujeto -si quieren ustedes, a un objeto infinito, que sería una buena definición de lo que es un sujeto, un objeto sin límites, como somos cada uno de nosotros-, no le puede contentar más que otro sujeto, no le pueden contentar más que aquellas cosas simbólicas y significativas que hacen los sujetos. Ningún objeto puede colmarnos, somos un pozo sin fondo para los objetos; por mucho que echemos objetos dentro de nosotros, nunca van a llegar al ras, al borde. La relación con los sujetos tiene esa dimensión de infinitud que necesitamos para comprender nuestra propia humanidad. Mientras estas cosas se olviden en una producción de objetos meramente materiales, seguiremos en un estadio ético atrasado, sobre todo si convertimos la ética en lo que a veces suele ser, un conjunto de supersticiones de hasta dónde deben llegar las faldas las señoritas, o qué parte de la epidermis hay que enseñarle al vecino, o si está bien darle un pellizco a la cuñada. Este tipo de cosas no tienen absolutamente nada que ver con la moral ni con la ética. Son supersticiones, como comer no sé qué alimento el jueves y el viernes hay que comer otra cosa, son cosas muy divertidas y a la gente la anima a pasar el rato. Pero esto no es la ética, ni la moral; éstas intentan reflexionar sobre qué significa ser humano, qué significa ser un mortal que sabe que va a morir, que puede reconocer su propia vinculación con la muerte y con otras personas semejantes a él. De eso es lo que trata la ética, y no tiene absolutamente nada que ver con las cuatro o cinco pillerías que se les puedan ocurrir, en determinados campos de transgresión supersticiosa, a las personas.
No desperdiciemos en hablar de la ética hablando de tonterías; guardemos la ética para hablar de las cosas que realmente tienen importancia ética para las personas y el mundo en que vivimos. Recordemos a Platón, en las Leyes: "nosotros también somos poetas, también estamos constantemente haciendo un drama, porque la vida colectiva, la de la República, la social, es la tragedia que escribimos entre todos". El drama colectivo, el gran drama poético que estamos haciendo todos, es la constitución de una vida humana donde sea posible vivir como seres humanos y donde las personas tengan la posibilidad de alcanzar una vida decentemente humana. La ética, como todas las cosas buenas de esta vida, es un lujo. A aquellas personas que viven privadas de todo, aquellos niños que ni se les cuída ni se les educa, que no conocen más personas adultas que las que vienen a matarlos; a las personas que viven abandonadas de todo tipo de protección, de cuidados, higiene, de respaldo por parte de los demás; a esas personas no se les puede pedir moralidad ni ética, aunque muchas veces la tienen por encima de los demás. No se les puede exigir, porque no se puede tratar a las personas como a animales y exigirles comportamientos humanos elevadísimos. Lo primero que hay que hacer, para poder exigir comportamientos humanos recíprocos, es tratar a los demás de aquella forma humana en que queremos ser tratados. Si no, todo lo demás es hipocresía, se envuelva con el nombre de neoliberalismo o con lo que sea." (Fernando Savater, Ética y ciudadanía, Montesinos, 2002).

A mi me parece "de cajón".

Zirbêth.