PASEO
Demasiada gente para poder contarla.
Madrid es una ciudad rápida.
En la voz quebrada del hombre que emergía a través de cables, ríos de injusticia y verdad desembocaban al tráfico.
Altamente inflamable, la tercera planta siempre es muy interesante. Hoy he pagado por avivar algunos fuegos.
Nadie lo ha intentado. ¿Qué hubiese ocurrido de ser así?
Esa calle es la de los contrastes. La hetaira apoyada, tal vez cansada, tal vez aburrida, contra el escaparate de blancas novias.
Demasiada gente para contarla. Y para pasar entre ellos.
La escalera mecánica estropeada hace del lugar un pasillo al paraiso.
Tres violines, dos violas, un teclado y un chelo. Aún la primavera me levanta el vello de los brazos. Son dos euros. ¡Qué menos!
Ya no veo a nadie, sólo escucho. El aire del suelo levanta mis abrigo.
Lectura, sentada, rodeada. Ya no hay luz que aprovechar.
Vuelvo a casa.
Zirbêth.
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