sábado, octubre 16, 2004

PITORREO EN EL CURRO

Cuando he llegado a las doce al curro, dudo que quedase una sola persona que no supiera lo de mi aventura capilar. La madre que le parío (a mi jefe), que le gusta hacerse el megaserio y tal, pero no veas el tío, le ha ido con el chisme a todo el que se ha encontrado por el camino. Llegué, y cada vez que me cruzaba con alguien, me miraban y decían "¿Qué tal tu pelo?". Y yo sonreía, porque la verdad es que me he reído mogollón, aunque de recuerdo tengo ahora mismo una ceja y parte de la frente colorada por quemadura. Ya sé, ya sé, "Parece mentira, con la de años que tienes, esas cosas se hacen de joven, no ahora...". Pero, seamos sinceros o, al menos, sinceras: ¿Cuál de nuestras madres nos hubiera dejado hacer semejante cosa cuando teníamos 17 o 18 años? Porque a mí, no me dejaba, vamos. Si mi regalo de cumpleños de los diecisiete fue, precisamente, dejarme teñirme de pelirroja (soy pelirroja vocacional, me he tirado desde los diecisiete hasta los treinta y uno de ese color, y volveré, ya veréis). Y me controló para que el tono apenas se notara, así que, bueno, es ahora, en Valinor, lejos de todos los dispuestos a correrme a gorrazos, cuando me lo he permitido. Estaba horrorosa. Pero me reí, como ya he repetido hasta el aburrimiento. Mi jefe, cada vez que se ha cruzado conmigo, se ha descojonado.

En fin, que ha sido un día agradable, pese a ser sábado y tocarme caja, que es horrible, es no parar en las cinco horas que dura el turno. Y yo con un colacao y un zumo hasta hace un ratito, que me he cenado unas hamburguesas vegetarianas con patatitas, queso azul y ahorita me voy a tomar un vaso de leche, para completar el atracón.

Una compañera que ha estado conmigo empacando me ha preguntado si siempre estoy de ese buen humor. No, más quisiera yo. Y, sobre todo, vosotros. Porque de mala leche soy inaguantable, sobre todo si comparamos el carácter español con la flema inglesa. Se asustan. Le he dicho que disfrutase, que ya me vería de otro modo y lo iba a echar de menos.

Últimamente, entre hablar del trabajo y del pelo dichoso, esto debe estar resultando aburridísimo. Voy a ver si escribo un cuento, o algo, y os lo cuelgo. Pero con cuerda de seda, que luego la llaman a una bárbara sádica.

Zirbêth