domingo, octubre 10, 2004

CUMPLEAÑOS

Ayer estuve en una fiesta de cumpleaños genial, la que celebraba el sesenta cumpleaños de Derek, uno de los primos del Calvo. El mismo para el que ayer estuve buscando un regalo sin tener ni idea de qué podía ser.

Me fuí al centro, como dije, y tratando de inspirarme, me fui a ver tiendas de ropa. Encuentro más estimulante ir a una fiesta si puedo llevar algo nuevo puesto, no sé, cosas de socialización consumista, seguro. Pero, me cachis, sigo sin estar en un peso que mi sentido de la estética considere oportuno para cierto tipo de galas, así que, aunque estuve en una tienda con miles de prendas de lo más erotico-festivas (no veo otro modo de describirlas) a la que, palabrita de niña Éowyn, volveré, cual Terminator, más delgada y con algo de dinero en el bolsillo. Si, decididamente, necesito hacer una dieta y quitarme unos tres kilos más o menos. Así las cosas, me compré una camiseta por cuatro libras, violeta y de cuello de pico, sin probármela ni nada, que me daba pereza y que, mira tu por donde, me queda estupendamente.

Luego, me metí en una enorme tienda Virgin, pues dado que el cumpleañero es músico y deboto de la música, tal vez algo de música fuese una buena solución. Inciso: yo lo que quería regalarle era un libro, pero resulta que no está traducido al inglés, así que me comí los mocos, con perdón. Bueno, pues después de darme una vuelta por la sección de ofertas, me dirigí a la zona de música especial, y no es broma. Tienen en la segunda planta de este establecimiento una habitación separada (aunque no bien, porque no hay puerta que se cierre, así que sobre la melodía de jazz que sonaba allí, se podían escuchar los gorgoritos más o menos inoportunos de Cristina Aguilera, lo cual no dejaba de ser curioso). Esta habitación tiene incluso un sofá de piel con dos aparatejos de esos para escuchar música (auriculares, los llaman, sí). Faltaba la máquina de café, aunque no fui exahustiva buscándola. Bueno, pues allí me vino la inspiración, o algo, y se me ocurrió que una buena elección sería El amor Brujo, o El sombrero de tres picos de... Vaya, no me salía el nombre. Allí estuve un rato revolviendo los archivos de mi cerebro hasta que, por fin, apareció el apellido de tan ilustre gaditano. Pero nada, no encontré ninguna de esas dos obras y lo que encontré no era de la "doiche gramofon", que mi mama me dijo que era de la que hay que fiarse porque son muy quisquillosos. Y a mama hay que hacerle caso. Bueno, dado el fracaso, seguí buscando y di con algo que satisfacía mis gustos y, como más tarde descubrí con placer, los del homenajeado. Sherezade, de Rimsky Korsakov. Como le expliqué a Derek, tuve una racha en que me iba de estudiar al aula de música y me dio por escuchar Sherezade una y otra vez. Y de la Deutsche Grammophon, como dice mi mama.

Una vez solucionado este problema, me fui a mi tienda a ver cuando diantres empezaba a trabajar, que ya me aburro. Estuve charlando con Sandra, que está estupenda y feliz y que volvió a animarme acerca de lo de volver a la dichosa tienda. Bueno, la verdad, como va a ser para un par de meses, no me tengo que agobiar. Qué sencillo sería ser más conformista y no estar enamorada de un genio. Me enseñó unos jerseys muy sencillos y monos, pero la tremenda cola de caja me disuadió de gastar un duro y, por otro lado, dentro de unos días me saldrán más baratos, con mi descuento de currante. La dejé gritándole a los niñatos y me fui, dando un paseo, a la tienda de mis sueños. Es una tienda de lo más completa, si por completa entendemos que tiene todo aquello con lo que sueño en materia de ropa y decoración pero que jamás me atreveré a llevar o a poner en casa. ¿Jamás? Es una tienda de artículos de la India y de cosas megahippies. Y, los que me conocen, saben que es raro verme vistiendo de manera que combine más de dos o tres colores, que rara vez llevo prendas mixtas, sino más bien sosa y sencillas. Así que no deja de ser sorprendente que me sienta tan fascinada por ese estallido de colores, lentejuelas y abalorios. Espero no irme de este país sin haberme comprado un traje tradicional indio. Son una maravilla, fascinantes. De momento, tengo un sarí, pero yo quiero una falda y la camiseta y todo todo. Este año está muy de moda ese estilo en España también, pero aquí siempre hay gente que lo usa, porque la comunidad india es enorme. En fin, suspiro.

Llegué a casa, me di una ducha y me metí, calentita, en la cama a leer. Me quedé frita, claro, pero sólo una media hora, así que no se me cruzaron los cables ni me desperté cabreada, como me ocurre a veces, cuando me paso de siesta. A las ocho, puntuales como un reloj, estaban aquí Angy y su marido para ir a la fiesta. En el coche, mi mami me llamó y me contó un montón de cosas que dejo para otro post, y terminamos la conversación cuando estabamos llegando a la iglesia. ¿Iglesia? Sí, la fiesta era en la sala "comosellame" de la iglesia de la que Victoria, la esposa de Derek, es parroquiana. Una iglesia católica, pequeñita, de piedra, entre verdes de árboles y hierba. Tengo que volver de día, porque Rottingdean es precioso, muy diferente de Brighton, un pueblecito muy típicamente inglés.

Definitivamente, no iba vestida para la ocasión. Incluso Derek llevaba traje de chaqueta, así que mis pantalones de pana y mi sencilla camiseta violeta, con zapatillas de deporte, desentonaban bastante. Menos mal que, a) como soy extranjera aceptan estas cosas como excentricidades extranjera y, b) Stuart, el hijo de Angela y Kirth (no sé como se escribe este nombre, soy lo peor), también iba en plan de andar por casa. Por cierto, que con perdón otra vez, que hombre más guapo, que bueno está, madre mía. Para que las féminas os lo imaginéis, es un estilo a Tom Cruise, pero en guapo, es decir, sin los dientes torcidos ni la nariz de pegote también torcida. Vamos, que no me llevé cámara (nunca lo hago) y creo que no debería irme de este país sin una foto suya. Aunque el hecho de que sea tan guapo, con su cabello castaño y sus ojos verdeazulados, su cutis perfecto y demás, es que me pongo mu nerviosssa y mi inglés se convierte en un balbuceo incomprensible. En fin, que se le va a hacer.

Tara, su hermana, está a punto de eclosionar (está embarazadísima) y ayer estaba preciosa. Su marido, también llamado Stuart, está cada día más gordo y un día le va a dar un síncope, ya verás.

Bueno, me temo que seguiré luego, porque mi casero me ha pedido que me vaya con él y las niñas a un mercadillo. Así que, hasta luego.

Zirbêth