DICE MI MADRE...

Dice mi madre que últimamente juego al despiste en el blog. Digo sólo a medias las cosas, hablo de un modo enigmático, no cuento pero cuento. Dice que igual deja de leerme porque se preocupa. No lo hago para causar espectación, ni nada por el estilo. Culpen al otoño, que me hace escribir de un modo algo más poético (cogiendo con pinzas estirilizadas eso de "poético", que ya sabéis que no soy nada poética).

Y dice A. que le parece que mi blog es demasiado personal. Que hablo de asuntos sentimentales muy personales. "Es cierto", le contesto. Sé que soy indiscreta al no seguir ciertas normas sociales. Pero siempre me he saltado muchas normas sociales que me parecían artificios demasiado duros de consetir. No sé si me explico. Las normas sociales son necesarias para la convivencia. Lo sé. Pero han de ir cambiando y amoldándose a los seres humanos, y no ser los humanos los que se ciñan a ellas. Muchas de esas normas sociales me parecen demasiado restrictivas, demasiado antihumanas. Por ejemplo: somos seres comunicativos, y podemos elegir qué comunicamos y que no. Pero, muchas veces, esa capacidad de elecciñon se ve absolutamente cohartada por las normas sociales. Y conste que no creo que esas normas sociales sean malas, sean cinturones de castidad así impuestas para hacer daño. Creo, más bien, que son murallas defensivas. Las ciudades, antiguamente, se amurallaban para evitar que los enemigos las arrasaran. Muchas de las normas sociales son barreras defensivas. Por ejemplo, una mujer no debía hablar abiertamente de sexo sin ser catalogada inmediatamente de furcia o similar, y ser por ello marginada en la sociedad. Hoy, afortunadamente, aunque sigue estando mal visto, ya nadie se queda sin vida por hablar de sexo siendo mujer. Por lo tanto, la barrera de seguridad se puede eliminar. Es más, cuanto antes se elimine, antes desaparecerá el castigo social. Creo que están muy relacionadas, las murallas con los castigos. Las medidas defensivas con las actitudes de ataque.

Así, el hablar de mis sentimientos abiertamente no me parece "poco adecuado". Me parece, por el contrario, un acto de rebeldía más que justificado. Ni siquiera cuando hablo de sentimientos negativos o dolorosos. Es más, me parece que hablar de ellos les quita poder sobre mí. Me gusta tratar de desmitificar la discreción/indiscreción. Los secretos son armas tremendas en manos de según qué personas. Y la supuesta discreción no es, demasiadas veces, más que un modo de manipular a la gente: mal informada, callada por esas imposiciones sociales, llega un listo/a y se aprovecha de la situaciñon. Muchas veces, cuando alguien viene y me dice que he de ser discreta y no preguntar o decir quién ha dicho/hecho tal cosa, me revuelvo por dentro: claro, ya; así podréis decir los que os parezca. Si todo se dijese a las claras, otro gallo nos cantaría.

Seguiré, por tanto, hablando abiertamente (aunque a veces no resulte clara, porque ni yo misma lo tenga claro) de mis sentimientos en el blog, como lo hago de todo lo demás: recuerdos, anécdotas, asuntos serios, etc.

Zirbêth, antisocial.