martes, octubre 12, 2004

SAVATER Y LA BUENA VIDA

Cuando por fin he salido de trabajo y me he montado en el autobús, aunque estaba molida he abierto el libro y me he puesto a leer. Los días en que trabajo turno de diez horas (que son doce entre desplazamientos y los descansos no pagados pero obligatorios), si voy en autobús porque llueve demasiado, aprovecho los viajes para leer. A estas alturas a nadie le sorprenderá que diga que me he vuelto algo así como adicta a Savater. Caramba, Zirbêth leyendo Filosofía. "Eso es que echa de menos al Calvo", pensaréis algunos. Pero yo tengo más bien la sensación de que es ahora que estoy sola cuando todas esas lecciones de filosofía que el me fue dando al me comentarme cosas de sus estudios, cuando discutíamos, cuando charlábamos de cualquier tema, están dando fruto. Una de las mejores cosas que tiene estar con él es que aprendes muchísimo, aún cuando se sea tan mendruga como yo y tan poco aplicada.

Recuerdo nuestras conversaciones sobre la guerra en Iraq y cómo él se desesperaba con Lindatan por su irracionalidad, aunque yo no alcanzaba a entender del todo qué era eso tan irracional (bueno, algunas veces). Tal vez lo intuía, pero no sabía explicar en que radicaba esa irracionalidad y esa falta de argumentación tan grande. O cuando la irracional era yo y me perdía en arrebatos emocionales en los que nada escuchaba aunque lo oyera todo. Ojo, que no estoy diciendo que ahora pudiera seguir sus razonamientos mucho mejor, porque no tengo demasiado desarrollado el pensamiento racional, que le vamos a hacer (desarrollarlo, obviamente; en ello estoy). Pero ahora entiendo mucho mejor ciertas cosas que me decía, como que las opiniones no son respetables, son las personas la respetables. Y que una opinión hay que sustentarla con argumentaciones, con conocimientos, que sólo quienes así las dan están dispuestos a escuchar las de los demás, porque saben que las opiniones no son en sí mismas verdades, y que una argumentación basada en conocimientos que uno no posee puede arrojar una nueva luz sobre el tema en discusión y que uno llegue a cambiar de opinión. Porque eso de que verdades hay muchas no es exactamente cierto, ya que hay unas verdades más sólidas que otras, al igual que la mayor parte de las verdades no son absolutas, si no variables en la medida en que cuanto más avanza el conocimiento humano, más posible es que haya que adaptar las verdades para que sean más verdad, más reales. Savater lo explica mucho mejor que yo, obviamente.

Le leo porque escribe muy bien, porque no cae en pedanterías ni en enigmáticos vocabularios sólo para expertos en la materia, porque toma partido, es decir, opina, pero siempre argumentando. Y sin faltar el respeto a las personas, ni que decir cabe. Así que ahí sigo, aunque cuando se me acabe este libro tendré que esperar a volver a España para comprarme algún otro. Está consiguiendo este hombre que me den unas ganas enormes de leer filosofía, de estudiarla. Entre él y el Calvo van a conseguir que me vuelva loca. Filósofo = loco. ¿Es esto de estar leyendo y aprendiendo cosas de filosofía lo que hace que no me sienta sola? Bueno, y el blog.

Zirbêth