lunes, octubre 11, 2004

COSAS DE LA VIDA

Cuando empecé a escribir este blog, se lo dije a casi todos mis amigos. Les mandé mensajes dándoles la brasa para que me leyeran y sigo persiguiéndoles con cierta asiduidad, asaltándoles con preguntas sobre si me leen, sobre qué les parece lo que leen, regañándoles o quejándome si no lo hacen. En fin, que debo serles un tanto torturante (¿se puede decir eso?).

Así que no deja de sorprenderme, y alegrarme mucho, sin duda, el ver que mis lectores más asiduos son esos que no conozco en persona o hace mucho que no veo. Como aquel día que Alejo me sorprendió por el messenger diciéndome que le gustaba mucho leerme. Es un chico de mi facultad de Historia que estaba varios cursos por encima y con el que hablaba en ocasiones, los dos coincidiendo en la biblioteca del Departamento de Historia Antigua de la Universidad de Granada. O Maguncia, que me cuenta en un comentario que se ha dado el atracón de leer mi blog completo. Estoy por mandarle un bote de colirio. Y Vesania, que me pregunta "¿Has escrito hoy?". ¿Me leerá G. también? Es posible, sí señor. Y Manjak, entre aeropuerto y aeropuerto, desde su nubecita. Y mi embarazada favorita, que le voy a regalar un top para poder verla siempre que quiera (la barriga, vamos). Y...

Tharkas se me quejaba el otro día de que escribo mucho. Es un Rey, y por tanto tiene una vida complicadísima. Bajestad, me encantaría que pudieseis leerme siempre, aunque entiendo que vuestras responsabilidades son muchas, pero no me digáis "es que escribes mucho", con voz quejumbrosa (ya sé, era el messenger, que voz ni qué leches), porque os tendría que responder que ¡y un huevo de pato viudo!. Es decir, Bajestad, que no puedo, ni quiero, evitarlo.

Las mañanas no serían lo mismo sin vosotros que sí escribís casi a diario, o los que lo hacéis de sopetón, un día, soltando la intemerata de pensamientos y anécdotas. Bueno, las mañanas y las tarde y las noches. Porque me levanto y prendo la computadora, que dirían Vesania y Sandra, y con los legañones y esa sensación de vértigo de no estar todavía cien por cien despierta, rezo para que conecte (no he pagado la factura este mes, pero de hoy no pasa) y suspiro de satisfacción y alivio. Correo, noticias, blogs, aunque no siempre en este orden. Y lo mismo al volver a casa de un paseo o de trabajar (por cierto, hoy empiezo).

Siempre he pensado que mi adicción a las novelas se debía a la necesidad de comunión con otras consciencias, aunque en estas sólo hay una dirección, pues los personajes nada saben del lector y el novelista, bueno, tampoco demasiadas veces. Pero aquí, los escritores y los personajes nos mezclamos indefiniblemente, y la comunicación es total.

De hecho, tal vez estoy leyendo ensayo porque mis necesidades novelísticas las cubren estas almas cibernéticas. Hala, a seguir escribiendo.

Zirbêth

Pd/Espero que vuelvas a leerme, algún día. Son tus ojos los que más ansío.