sábado, diciembre 10, 2005

VENDEDORA... ¿NATA?

Estoy experimentando algo que no deja de resultarme curioso. Llego al trabajo sin ninguna gana de estar allí, pensando en mis cosas, en irme a casa a leer, escribir, limpiar el baño, vamos, que maldita la gracia que me hace ir a trabajar (soy una quejica y, sí, ya sé que al resto de la humanidad le pasa algo parecido). Pero una vez allí, me transformo. Me viene a la cabeza ede dibujo animado de Goofi (o como se escriba) en que es un tipo encantador y delicado hasta que se mete en el coche y se transforma, cual Jekyl y Hide, en un mostruo de violencia. Pues algo así me pasa a mí, pero sin que me crezcan los colmillos (creo). Según empiezo a vender, me da un subidón de adrenalina que me activa el cuerpo entero, me pone en estado de tensión y mientras hay clientes parezco más un halcón al acecho de presas que la friki tolkiendili que suelo ser.

Me pico con F., mi compañero más veterano y el mejor vendedor (puesto a medirse con alguien, hay que hacerlo con el mejor). Mantengo la planta entera bajo atenta inspección, buscando especialmente a los guiris que puedan necesitar ayuda en inglés. Controlo con ojos de camaleón a esas señoras que no paran de mirar de reojillo los carísimos bolsos en exposición. Y me doy cuenta de que cada vez que una venta supera los cien euros, me sale una sonrisa, pero si pasa los trescientos estoy que doy saltiros.

Qué ironía. Me paso la vida despotricando del consumismo para descubrir que, cuando se trata de que los adinerados se dejen la pasta, estoy encantada de ayudarles a abrir y vaciar la cartera. Esto no me pasaba en Valinor, en la tienda de deportes. Me pasa aquí, donde veo pasar a ricos y ricos y famosos constantemente y se me hincha la vena capitalista. Cuanto más compren, más comisión me llevo, aunque aquí, el verdadero beneficiado es el jefe jefazo de la empresa, los grandes inversores y cuatro gatos más. Los demás, no creo que salgamos nunca a mucho más de mil euros.

Si de verdad se me da tan bien vender, ¿por qué me habré resistido tantos años a hacerlo? Y, lo que es más importante, ¿no debería dedicarme a vender pisos? Eso si que deja buenas comisiones...

Zirbêth, apestando a capitalismo (y a tabaco de la fiesta de empresa de anoche).