jueves, enero 25, 2007

ADIVINANZA

¿Quién es el autor de estas palabras?

"[...] dondequiera las posesiones son privadas, donde todos miden todo con el dinero, apenas si es posible obrar justa o provechosamente a nivel de la república".


¿Y de estas otras?:

"Lo único que me sorprende es lo poco que el mundo cambia".


Zirbêth.

domingo, enero 21, 2007

¿POR QUÉ?

A veces tengo la sensación de que los humanos nos empeñamos en utilizar aquello que nos une para separarnos, y que se afanan en buscar unión precisamente en los artificios que nos separan. ¿Por qué?

Zirbêth.

sábado, enero 20, 2007

CITA

-De manera que sois un estudioso de la filosofía hermética -dice mi amiga.
-¿Acaso vos también sois un iniciado? -responde Gastón con una punzante mirada de interés.
-Desde luego que no... Detesto toda esa palabrería sin sentido.
Gastón sonríe disciplente:
-Mi querido señor... Tiene sentido, y mucho, para los filósofos. Tiene el sentido más hondo y absoluto, pues trata del espíritu universal, que está en todas las cosas. Pues ya se sabe que Uno es el Todo, y de éste, el Todo, y si no contiene el Todo, el Todo no es Nada.
-Exacto, a esa palabrería me refería -dice Nyneve-. Cuando los sabios necesitan protegerse con palabras que nadie más que ellos entienden, no aspiran a la sabiduría, sino al poder, y a un poder que utilizan contra los demás mortales. Ya te dije, Leo, que la pérdida del sentido de las palabras era el comienzo de todos los males. Los alquimistas, con vuestros juegos secretos, estáis haciéndole un flaco favor a la verdad.
(Historia del Rey Transparente, Rosa Montero, Santillana Ediciones Generales, S.L., 2005).

Zirbêth, pensando en algunos autonombrados filósofos y en muchos profesores escritores de manuales universitarios.

viernes, enero 19, 2007

ÚLTIMAMENTE

Se nota que paso mucho tiempo en casa, sola. Apenas se me ocurre qué escribir, de que hablaros. He cambiado de terapeuta, del psicoanálisis a la terapia congnitivo-conductual. De momento es pronto para decir si el cambio es a mejor, porque sólo llevo una sesión con la nueva. Es encantadora, eso sí.

A lo mejor no escribo porque se me ha roto el ordenador. Aunque escribo en el blog desde el de mi madre, que es el que tiene conexión, lo cierto es que mi inspiración está unida a mi ordenador y mi dormitorio, a ese submundo o burbuja en el que tantas horas paso y donde encuentro la serenidad y las musas me visitan, de tarde en tarde. Sin mi ordenador, no soy nadie.

Debería estar estudiando, pero me bloqueo. Así que, para no sentir que pierdo demasiado el tiempo, me estoy cosiendo una capa rojo sangre con borreguito, una capa de invierno a juego con un vestido que haré un día de estos. Aunque la he pifiado un poco al cortar el cuello y va a tocar fruncir con fruición.

Y eso es todo. Un rollo de vida, vamos. Mientras el tiempo pasa inexorable, se me escapan los días en esta especie de limbo enfermizo. Al menos, ya estoy bajando de peso, poco a poco, pero menos es nada. Espero, para dentro de unos seis meses, volver a estar como antes de irme a Inglaterra. Y que, paralelamente, mi mente haya ido librándose de esa sobrecarga que me anula.

Quiero mi ordenador. Quiero mi vida.

Zirbêth.

domingo, enero 14, 2007

¿QUÉ HABÍA DICHO?

sábado, enero 13, 2007

VERDAD VERDADERA



¿O no? Porque en opinión de mi madre, lo que el PP está llevando a cabo es una política de acoso y derribo, por el sencillo medio de decir a todo que NO. Incluso cuando el Gobierno dice que sí a algo que dice el PP, éste salta y dice que NO. La última, evidente hasta para un niño de teta, pedir cambio de consignas en una manifestación contra el terrorismo y, cuando les complacen, pues vuelven a su discurso del NO, y se desmarcan. Es que sólo las manifestaciones que ellos convocan o secundan son las buenas, a las que de verdad va gente que está en contra del terrorismo. Y si van a está sería tanto como admitir que contra el terrorismo estamos todos, menos los terroristas.

Zirbêth.

viernes, enero 12, 2007

UN MANTO DE ESTRELLAS

Para E.

"Eran las veladas en el bosque lo que más echaba de menos. Su madre siempre le había acompañado de niño en sus paseos nocturnos bajo las estrellas. Le gustaba verla caminar, sus pies descalzos rozando el rocío de la hierba, y escuchar el suave murmullo de las gotas de rocío al acariciar su piel. Ella no reía mucho: la muerte de su esposo pesaba demasiado en su corazón. Pero en esos paseos nocturnos, ella le cantaba las viejas canciones de sus antepasados, y a él le encantaba seguirla, la luna reflejada en la larga melena que le caía más allá incluso de la cintura. Cuando soplaba la brisa del sur, los cabellos le flotaban y se mecían al ritmo cadencioso de los suspiros escapados de su pecho, mientras la luna se miraba en las hebras blancas que la pérdida del amor había sembrado aquí y allí, sin menoscabo a su belleza, su suavidad, ni su fragancia.

- ¡Cuéntame otra vez cómo Isildur rescató el fruto, mamá! – le pedía, alegremente ajeno a la congoja que timbraba la voz de su madre.

Gilraen suspiraba, recogía la voz en el silencio unos instantes y comenzaba de nuevo la historia de su ya lejano antepasado. Muerto su esposo, en ella recaía por completo la labor de que su hijo conservase la memoria de su estirpe. Era una labor amarga, pues aunque estaba orgullosa de pertenecer a la raza de los Altos Hombres, había en esa historia demasiados lecciones marcadas por la vergüenza, el fracaso y la pérdida.

Pero para un niño de diez años, eran aquellas narraciones de grandes aventuras, de batallas y hazañas, de magia y de leyenda. La inocencia de su corta edad suavizaba los errores que aquellos nobles guerreros de su misma sangre pudieran haber cometido. Así que no se cansaba de escuchar a su madre, ya fuese cantando por los bosques, sentados junto al hogar en invierno o a la orilla del río, sus pies sumergidos en las frescas aguas en aquellas largas noches de estío.

Otras veces, mientras peinaba con los dedos el sedoso y largo cabello de su madre, era él quien le cantaba o narraba las viejas historias, como si se tratase de una lección que debía dar a una bellísima maestra. Y era precisamente cuando ella permanecía en silencio mientras le acariciaba la melena, cuando Aragorn más se apercibía de la profunda tristeza de su madre. Sentía cada fino mechón como ríos de llanto mudo que corriesen por sus dedos, cada hebra blanca una lágrima seca inmortalizada en el espeso velo negro de su larga noche de duelo. La acariciaba hasta mucho tiempo después de agotada la última nota, permaneciendo ambos silenciosos en el discreto rumor de la espesura.

- ¿Mamá?
- ¿Sí, hijo?
- ¿Le robaste a la noche sus cabellos?- y su madre se giraba, sonriendo.
- ¿Cómo podría haber hecho eso?
- No lo sé. Pero si no se lo robaste, debió ser la noche quien te regaló un retazo de su manto de estrellas.

Entonces su madre se giraba, sonriendo con dulzura, y le estrechaba fuerte pero tiernamente entre sus brazos, su pelo cubriéndole y ocultándole las lágrimas que, esta vez sí, corrían húmedas y calientes por su rostro. “Las mismas palabras” –se decía-, “las mismas palabras que me decía su padre”.
Mucho hacía que su madre había marchado de Rivendel, y Aragorn había crecido, espigado y ágil, fuerte y flexible, sus rasgos ya madurando hacia el rostro del adulto en quien en breve se convertiría. Pero en sus ojos la inocencia seguía pugnando contra la tristeza y, aunque muchos motivos tenía que la congoja alentaran, la juventud de su corazón rebosaba de esperanzas. Aunque sin su madre, seguía yendo cada noche que podía a pasear bajo los árboles, descalzo como antaño lo hiciera Gilraen y contemplando el manto de estrellas de la noche con la brisa del sur acariciándole la piel.

Aquella noche era noche de luna llena, y el verano la hacía especialmente apacible y hermosa. El cielo despejado se le antojaba un mar de negrura donde peces de plata nadaban en perfecta armonía. La sangre le corría inquieta por las venas y el calor rodaba transparente por su piel aún lampiña. Cuando terminó de cenar, salió a la noche, a la espesura, y corrió hasta alcanzar el río. Se desnudó, dejó las ropas sobre una piedra brillante y limpia y se sumergió en las aguas cantarinas, permaneciendo allí hasta estar la luna bien alta en su curso. Salió entonces, bailando bajo sus rayos hasta secarse con su luz como si de la del sol se tratase. Después, se vistió y fue a caminar, pendiente sólo de la canción y las fragancias del bosque.

Ensimismado, no se dio cuenta de que no estaba solo hasta que escuchó una risa suave mecida por la brisa del sur. Todos sus sentidos se aguzaron, buscando el origen de aquella canción de sonrisas. Caminó siguiendo las huellas que el sonido le dejaba, silencioso como un gato que acechase una presa, escondiéndose en las sombras de árboles y arbustos, tras las rocas y los troncos de los árboles caídos.

Por fin, un movimiento desveló su objetivo. Una figura alta de negros cabellos giraba dando vueltas, riendo suavemente, la luna prendida en la seda blanca de su vestido, su luz reflejada en los finos hilos de plata y las gemas que cubrían su melena. Sin apenas darse cuenta de lo que hacía salió de la espesura y, dirigiéndose a bellísima desconocida, dijo:

- ¿Le robaste a la noche sus cabellos?–. La dama, de la estirpe de los elfos, le miró sin sorpresa y aún sonriendo.
- ¿Cómo podría haber hecho eso?
- No lo sé. Pero si no se lo robaste, debió ser la noche quien te regaló un retazo de su manto de estrellas.

Así fue como, por primera vez, Aragorn vio a Arwen, estrella de la tarde, tan hermosa como lo fuera la estrella de la mañana, Luthien. Y así fue como le entregó su corazón antes siquiera de conocer su nombre, preso por siempre de un manto de estrellas."

Zirbêth.

jueves, enero 11, 2007

REACCIONARIOS

Ayer, vi en la tele una noticia que me dejó alucinada: una mujer española de sesenta y ocho años ha sido madre mediante fecundación in vitro.

Yo, encantada.

Pero lo que el periodista dijo después sobre las opiniones de noséquién, ya no me dejó tan encantada. Al parecer, según esa opinión (vertida por una mujer de unos treinta y tantos, es decir, jóven desde el punto de vista de la capacidad de procrear) los niños podían padecer efectos secundarios perniciosos debido a la diferencia de edad tan grande con la madre.

"Lo que hay que oír", pensé yo. Será por niños criados por sus abuelas a lo largo de los años y los siglos. Yo misma fui criada algún tiempo por mis abuelos, cuando mi madre por razones laborales no podía estar conmigo. Y recuerdo esos años con mucho cariño, en especial por mi abuelo, verdadero padre para mí. Y en Madrid, a raiz de la alta mortandad por el boom de las drogas hace unas décadas, muchos niños han sido criados por sus abuelas. Pero bueno, no le di más vueltas, y cambié de canal.

Por la noche, oí desde mi cuarto, donde estaba refugiada del frío bajo mi maravilloso edredón, lo que parecía una discusión. Al rato, mi madre entró y le pregunté. Al parecer, se había repetido la noticia, y mi madre se había pillado un mosqueo de mil pares de narices. Decir que una mujer de sesenta y ocho años es demasiado mayor para ser madre, así, porque sí, sin mayores argumentos, por no decir ninguno en absoluto, no es más que otro coletazo reaccionario del machismo de nuestra sociedad judeocristiana. Porque bien que, cuando es el varón el que es padre a esa edad, se le ve como a un machote, un campeón, envidia y modelo de sus congéneres más jóvenes. Pero una mujer es poco menos que una aberración. En caso de ser el hombre el padre casi anciano, se da por sentado que la mujer a la que ha embarazado es más joven que él, mucho más joven probablemente. Otro motivo más para que se golpee el pecho con grito estentóreo homólogo al de Tarzan. Pero una mujer, ¡dónde se ha visto!

Porque se parte de que la mujer no va a tener a su lado a un joven marido que, caso de faltar ella, se haga cargo de los retoños. Porque una mujer mayor y un hombre joven siguen sin poder verse como pareja con naturalidad o, al menos, sin maledicencia en esta sociedad nuestra. Porque la mujer "válida" es la mujer joven, hermosa y en disposición de parir. Una mujer que a sus sesenta y ocho años ha decidido ser madre y lo ha logrado (gemelos, por cierto) es una amenaza de dimensiones incognoscibles para... ¿Para quién, a ver? Para sus hijos no, que la van a querer igual con arrugas y años. Para sus vecinas, tampoco: si acaso, más bien al contrario. Para el colegio donde vayan sus hijos, para el hospital en que ha dado a luz, para... no, no, ...

Ella sólo representa una amenaza para el sistema machista y patriarcal en el que vivimos. Ella viene a confirmar las sospechas que susucitó la fecundación in vitro respecto a la capacidad de la misma para sustituir al hombre como fuerza fecundadora única. Ella viene a demostrar que, una vez más, las desigualdades entre sexos son una imposición lucrativamente impuesta por el machismo propio de la sociedad en que vivimos, hija de una Historia en que el hombre ha relegado a la mujer a su papel de madre y encargada de la logística del hogar, que ha permitido a los hombres jugar tanto tiempo a eso que ellos llaman vida real y que, demasiadas veces, es la conquista y la guerra. Ella y sus bebés vienen a decirnos a todos que la mujer que ha salido del periodo de fecundidad no es un estorbo, que para vivir no necesita a ningún hombre que la justifique y caritativamente la acoja bajo su ala, que ella decide cómo vivir, si quiere y cuando quiere ser madre, y si hacerlo con pareja o sin ella.

Ella y sus bebes son, además, una potente demostración de lo artificiales que son los roles sociales de mujeres y hombres: las mujeres no son ni remotamente el sexo débil que tantos siglos llevan diciéndonos que debemos ser. Los hombres no son el sexo fuerte. La balanza está equilibrándose, y eso es una amenaza para quienes han estado tanto tiempo disfrutando de las prebendas y privilegios de estar al mando.

Si esa artificiosidad de roles sociales de hombres y mujeres ha tenido un adalid que le diese una justificación ideológica (o algo parecido), ese adalid ha sido la Religión: la católica en occidente, la musulmana en oriente, la judía donde quiera que va. La Iglesia católica, especialmente en este caso (al tratarse de una mujer española, y ser España un país mayoritariamente católico) ve una vez más socavados sus ya maltrechos cimientos, aposentados desde su creación en un patriarcado donde la mujer apenas si tenía la misma consideración que el ganado: un elemento doméstico que daba al hombre ciertas ventajas. Por supuesto, eso no fue así durante toda su historia, ni fue la Iglesia católica la única responsable de la "domesticación" de la mujer, pero es innegable su papel represor y regulador en este sentido.

Así, a falta de una información más completa y de una argumentación real de la opinión de aquella mujer joven en televisión sobre los perjuicios que la tardía maternidad puede ocasionar a esos niños, yo no puedo evitar pensar en los tópicos y prejuicios atávicos e inconscientes que la hayan podido llevar a tener esa opinión, bien avalados por siglos de Historia: el machismo no es sólo cosa de hombres.

Nuestra sociedad nos permite cada vez vivir más años y en mejores condiciones de salud. Así que, si esa mujer de sesenta y ocho años quería ser madre, podía económicamente pagarse el tratamiento, el mantener luego a sus retoños y tenía salud y fuerza para hacerlo ¿qué o quién se lo debe impedir? ¿Quién se arroga ese derecho sobre su vida? No creo que ninguna mujer de esa edad con mala salud o sin posibles vaya a tratarse para quedar embarazada. De hecho, mientras la fecundación in vitro sea un tratamiento para privilegiados económicamente, Iglesia y hombres pueden descansar tranquilos: las mujeres seguiremos pariendo mayoritariamente a edades fecundas y con la placentera colaboración (eso a la Iglesia igual no le gusta) de los hombres.

Es más, vamos a seguir queriéndoos igual, tontines.

Zirbêth.

lunes, enero 08, 2007

QUÉ COSAS

Por una vez, una noticia pesarosa no puede evitar que se me escape una sonrisilla maliciosa. Y es que quieren desterrar al Calvo de Villaconejos... Lo admito, lo admito ¡qué envidia!

Zirbêth, fuera de mi castillo que hay grillos.

sábado, enero 06, 2007

¡LOS REYES! ¡HAN VENIDO LOS REYES!

Y me han traído un set de maquillaje de esos que siempre me quedo embobada mirándolos en los escaparates. ¡Más bonitoooo! Y tiene muchos colores para los ojos, para los labios y hasta diferentes tonos de maquillaje base. ¡Cómo mooolaaaa!

Zirbêth, niña.

viernes, enero 05, 2007

Y LUEGO LA GENTE SE EXTRAÑA...


... de que los jóvenes no se independicen.

Zirbêth.

miércoles, enero 03, 2007

SOBRE LAS MENTIRAS

Cualquiera que haya seguido últimamente mi blog, vera dos posts contradictorios sobre el tema de mentir.

Aclarar con estos deditos congelados que las mentiras a las que me refería en ese post en que me decía a mí misma (mismamente) que debía mentir, me refería a, por llamarlo de algún modo, mentiras profesionales, es decir, a mentir en una entrevista de trabajo sobre tus intenciones de hacer o no carrera en la empresa (por ejemplo), a fin de convencerles de que tú eres lo que buscan. Para las empresas somos más prescindibles que la fotocopiadora, así que a veces hay que joderse y adaptarse a las circunstancias, y si estas exigen mentir o no decir determinadas cosas, pues uno coge y apechuga.

Las mentiras no aceptables bajo ningún pretexto son aquellas que se relacionan con la vida personal: ni mentirse uno mismo ni mentir a otros, ni siquiera por protegerles de nada. En estas mentiras incluyo los silencios que ocultan información y que pueden ser tan dañinos como la mentira directa. No, no y no.

En fin, seguramente no hacía falta aclarar la diferencia, pero así escribo algo, que últimamente no ando precisamente inspirada.

Zirbêth, aclaratoria.

LOCURA SOCIAL

Nunca antes la verdadera infancia se ha visto tan acorralada, que los niños duran en su niñez menos que el famoso caramelo en la puerta del colegio. Se me caen los palos del sombrajo cada vez que veo a un crío de doce o catorce años jugando a fumar, a beber, a sexo, y las niñas desde los diez o antes maquillándose, con tacones, en poses de adulta inmadura...

Porque si los niños de hoy pierden tan pronto las prevendas de la infancia, los adultos permanecemos en una especie de infancia inducida en la que sólo cuenta la satisfación de los impulsos y deseos de modo inmediato, sin importar que para ello te entrampes e hipoteques tu vida, mucho más niños estos supuestos adultos que esos niños demasiado pronto dados al consumismo adulto.

El maldito sistema parece funcionar: nos convierte a todos, niños y mayores, en consumidores consumidores consumidores.

Zirbêth.

lunes, enero 01, 2007

2007

Ya empieza. Por fin, el 2006 se ha ido a engrosar las listas del pasado, y el 2007, nuevecito, flamante, a estrenar, abre nuevos horizontes.

No voy a decir que este pasado ya año 2006 haya sido sólo malo. De hecho, ha tenido muchas cosas buenas. Sobre todo, me ha permitido conocer a alguien maravilloso. Y aunque nuestros caminos vayan separados, sigue siendo una persona maravillosa y no me hubiese perdido por nada del mundo el conocerla.

Pero ya es 2007, y el pasado pasado está, me temo. Espero que este nuevo año me traiga las tres cosas que más necesito, por mucho que parezcan una lista de tópicos: salud, amor y dinero (en forma de curro, claro). En ese orden, más o menos. La salud, en cualquier caso, lo primero.

Y luego, pues como reza la canción...

Hey, atiende, por qué
has salido a la calle tú tan fresco.
Y dime por qué
te has tirado tres horas en el espejo
pa ponerte guapo pa ligar,
para ir a la calle y no piensas
que eso ya da igual.
Que ya no vas a impresionar,
que lo bueno y lo que importa está en los besos.

Y eso es lo que quiero, besos.
Que todas las mañanas me despierten de esos,
que sea por la tarde y siga habiendo besos.
Y luego por la noche hoy me den más besos pa cenar.

Y dime por qué
tú hoy te echas mil cremas por el cuerpo,
si no se te ven.
Y se te han olvidado los sentimientos.
Tienes que empezar por resolver lo que tienes en tu vida.
Lo que tienes dentro
y no piensas casi en los demás,
qué más dará si mal o bien.
Mucho metrosexual y faltan besos.

Y eso es lo que quiero, besos.
Que todas las mañanas me despierten de esos,
que sea por la tarde y siga habiendo besos.
Y luego por la noche hoy me den más besos pa cenar (X2)

Y párate a ver,
que los que ya te quieren no miran eso.
Sólo quieren ver ese guiño de ojos
sin complejos


Besos a todos.

Zirbêth