ADVERTENCIA
Como alguien me vuelva a soltar que "me conservo bien" ¡se la gana!
Zirbêth, taitantos...
"Para sobrevivir, hace falta contar historias"
Como alguien me vuelva a soltar que "me conservo bien" ¡se la gana!
Decididamente, estoy con el gamberro subido. Y eso repercute en el blog, porque antes escribía sobre asuntos más profundos y sesudos o, al menos, más a menudo. Y últimamente, entre que no paro y que pretendo no escribir tanto para dedicarme a lo que debo (tudiar), pues la verdad, no paro de hablar de cosas propias de quinceañeras.
Ayer, encontré a mi hermano Eomer. Toca el violín en el grupo Mago de Oz, y se parece mogollón al actor que encarna ese papel en la peli, pero en moreno (y sospecho que bajito...).
Hace escasos minutos, me he llevado una desagradable sorpresa. No debería serlo, porque hay que ser muy ingenua para no saber que en la red hay de todo, y depravados no faltan. Yo, por si acaso, os aviso. Hay por hay un bloguero que me ha dejado un comentario con su dirección de blog y, al abrirlo, la cosa estaba casi a la altura del snaf. Muy, muy desagradable, lleno de fotografías de cuerpo mutilados y demás, venga a invocar a Satanas y ese tipo de cosas. Si os comenta un tal máquina, mi consejo es que no visitéis su blog si no quereis moriros del asco y ver hasta donde alcanzan ciertos ejemplares de la raza humana.
Rhiwen acaba de colgar en su blog una descripción del que sería su príncipe azul. Y me ha dado envidia, así que, ahí va.
Cuando hace unos años trabajaba para cierta editorial, cada mañana pasaba por delante de la puerta de un horno de pan que amablemente dejaba escapar sus delicados efluvios por la puerta entreabierta. Esa panadería vende unas palmeras de chocolate distintas a las que muchos estamos acostumbrados: de masa consistente, pero blanda, de unos dos centímetros de grosor, de los cuales medio es chocolate, enormes y deliciosas...
Hablando con un amigo, me resultó interesante su postura de que, o la otra persona arriesgaba y abría la puerta, o él pasaba de dar el primer paso. Y yo me pregunto, que el otro tome la iniciativa ¿da alguna garantía?
Leyendo los titulares de los principales periódicos españoles, parece que en nuestro país sólo existiesen dos asuntos o tres a los que prestar atención, a saber, el Plan Ibarretxe, el intercambio de acusaciones e insultos PSOE-PP, los anacronismo reivindicativos de la Iglesia, con invitados especiales como la ola de frío, los casos de mujeres asesinadas a manos de parejas o hijos y poco más.
Llegamos poco a poco y nos ponemos cómodos, aún cuando nos miremos un tanto tímidamente unos a otros, pues es la primera vez que nos sentamos frente a frente. Hay café, té, pastas, incluso unos sandwiches. Nos vamos presentando, para identificar caras y voces con los nombres con los que sí estamos más familiarizados. Él no está, no me preguntéis por qué. Al menos, yo no le he visto. Pero he llegado algo tarde, como siempre. Me hice un lío con la dirección y acabé subiendo la calle en dirección contraria.
- Dice que se encuentra mal, que no quiere ir. Haz algo.
Llevo varios días sin escribir. Estoy desordenada por dentro. Mi dormitorio es fiel reflejo de ese desorden, aunque va mejorando y ya hay menos cosas por medio. Estoy desordenada porque estoy un poco perdida. Estoy perdida porque tengo un atasco emocional un tanto gordo. Y no consigo desatascarme con la eficacia que debiera.
Vuelta a las películas. Lo que me destroza, lo que de verdad me parte el alma, es lo que han hecho con los diálogos. Tratan de hacerlos sonar nobles y, no sé, a la antigua, y sólo resultan pomposos y absurdos, incluso, a veces. Con lo fácil que hubiese sido echar mano de los diálogos originales escritos por Tolkien. No sé muy bien como está la adaptación al inglés, pero en español es una calamidad casi todo el tiempo (la primera pelicula está menos mal). Que vergüenza, que chapuza. Rimbombante, hueco, pedante.
Condesa,
cuando nuestros cuerpos se hayan horizontales y paralelos,
las transversales de la pasión nos atraviesan
y nuestros segmentos correspondientes resultan
maravillosamente proporcionales.
¡Aish, claro! Ahora no pienso más que en volver a leerme El Señor de los Anillos. En fin, lo haremos, que se le va a hacer. Pero, esta vez, en inglés. Así, aprendo a la vez que disfruto.
Bueno, ya lo he hecho, ya me he visto la versión extendida de la adaptación (o algo) cinematográfica de El Señor de Los Anillos. Estoy un poco mareadilla, porque he terminado con la tercera hace un ratillo y son más de cuatro horas de película, no siempre muy lograda y, lo que es peor, en la pantalla TFT de quince pulgadas del ordenador (es decir, de las que abultan poco, pero que no es de muy buena calidad y cansa los ojos bastante.
El lunes, el primer heredero de Númenor vino al mundo, sano y hermoso, como debía ser. Me ha llamado la flamante mami para contármelo. ¡Enhorabuena, Dalreth y Miguel Ángel! Espero poder ir a conocerle pronto. Colgaría fotos, pero este blog no me deja, ya lo he intentado... No es justo.
El pasado día trece, Dalreth salió de cuentas, y aquí ando yo, de los nervios, esperando a ver si me llama para contarme que ya es mami y que todo ha ido bien. Se suponía que, si no daba a luz por iniciativa propia, hoy la ponían a ello artificialmente.
Últimamente pongo una cantidad de faltas de ortografía salvaje. Lo lamento y trataré de tener cuidado. Que luego me quejo yo, menudo morro tengo...
Una vez reconocido (de darse cuenta) y reconocido (de admitir) que tengo un problema de adicción a los calcetines, he decidido ser consecuente y tomarme mi patología del comportamiento en serio. Así que, en mi nueva casa, les he dado un lugar preeminente y especial. He comprado (pos dos euros, dos) una estupenda cesta múltiple colgable de red negra, de seis estantes, cada uno con el agujero redondo de acceso en una posición distinta de su configuración circular, que he colgado de la barra de la cortina y junto a la ventana y el armario. Debe medir más de dos metros de altura (¿dos cuarenta?) y cada estante tiene un diámetro de unos veinticinco centímetros y una altura de unos treinta y cinco o cuarenta centímetros (es un cilindro).
Vesania se despide, deja su blog. Avisó de que lo haría, pero sigue siendo igual de triste para mí. Me pregunto si estará bien, porque eso de Cerrado por derribo me ha dejado con la boca seca.
- Piribiribi piribiribi
- Confiéseme, Padre, porque he pecado.
Este verano, leyendo el periódico cuando trabajaba en la piscina, me sorprendió una noticia según la cual (creo, mi memoria es un desastre) el alcalde de Madrid había decidido prohibir que la gente pudiese poner anuncios, bajo pena de multa, por farolas, paredes, cabinas de teléfono, etc., alegando lo mucho que se gasta de las arcas en limpiar la basura que se genera y lo feo que resulta a la vista. Vale que muy bonito no es, pero es un medio estupendo de buscar animales perdidos, personas perdidas, piso, trabajo, ofrecer servicios, y sin tener que pagar a empresas anunciadoras que, desgraciadamente, para el que va buscando trabajo de lo que sea suele salírsele del presupuesto, y al del gato perdido, y al que ha abierto una consulta o peluquería y quiere promocionarse, y al que quiere buscar o vender piso sin tener que dejarse una pasta en la agencia, porque para muchos eso marca una notable diferencia.
Ya hace más de medio mes que volví a España. Me sigo sintiendo un tanto desubicada, aunque mejorando cada día. Entre las cosas que extraño está la leche de vaca de allí, porque aquí, cada vez que abro la botella, me invade la nariz un tufo a grasa de cerdo insoportable. No sé que nos venden por leche, pero ésto no lo es. Y lo de allí, sí: huele y sabe a leche, como la que tomaba de pequeña, que comprábamos a diario al lechero y luego hervíamos, y mi madre hacía mantequilla con la nata. Lo de aquí es agua ensuciada.
Me acabo de releer mi lista de propósitos de Año Nuevo. Um, ¿qué decir?
Ya sé, ya lo he dicho, pero... vuelvo a ser pelirroja. Fui a la pelu y, tras una larga deliberación, los reflejos de fuego del postizo del muestrario me decidieron. Total, rubia paso, ya he escarmentado. Morena... Siempre hay tiempo. Y pelirroja mis ojos se ven más verdes que marrones, oscuros pero verdes. Ojos indecisos, que cosas, pero no soporto las lentillas, me temo.
Hay un viaje que llevo queriendo hacer hace mucho tiempo. Pero es un viaje que no quiero hacer sola. De algún modo, siento que debería hacerlo con alguien muy especial, con alguien que significase mucho para mí. Pero, la verdad, si ese alguien fuese una amiga o amigo especial, o incluso alguien a quien conocer, también me gustaría. No es un viaje caro, creo, y tampoco largo. Aunque me gustaría pasar varios días allí, para un primer contacto me valdría un fin de semana.
He ido y he aguantado menos de cinco minutos. Con mis últimas fuerzas, he improvisado una excusa y sujetado las lágrimas. Una vez fuera, han empezado su largo camino desde el corazón a las mejillas y ya no he podido parar hasta que, exhausta, me he dormido. Dormir, sin embargo, me ha devuelto a los sueños en los que él está tan presente como lo estaba en esa habitación.
Las últimas noches, aunque siempre tengo algún sueño de carácter fantasioso y aventuresco tipo soy una bruja blanca y me persiguen un grupo de hechiceras de magia negra, o una nueva especie de dinosaurios hace aparición y toca huir y tratar de eliminarlos, mientras las inmediaciones del lugar son asaltadas por una invasión de un país enemigo (esa ha sido esta noche), mis sueños, recurrentemente, le traen a él.
Traduciendo, nada como atrancarme con algo para distraerme. Nada como distraerme para atrancarme con algo.
Lo que uno cree no es necesariamente cierto.
En la peli La bruja novata, el mago del que se enamora la "Señorita Gafe" (Angela Lagnsbury, creo que se llama; la llamo de ese otro modo por la serie esa Se ha escrito un crimen, donde va dejando a su paso una estela de muertos, debe ser que saca los peores sentimientos de la gente a la que se acerca...), como iba diciendo, el mago y coprotagonista en la peli, le dice:
Las cosas no son lo que parecen, si no que parecen lo que son.
Soy más mayor de lo que la gente suele pensar al verme. Pero, últimamente, me miro al espejo y veo una cara muy distinta a la de hace dos años, cuando me fui a Valinor. Me veo arrugas tipo pata de gallo que están empezando a aflorar a los lados de mis ojos. Las canas han hecho aparición también, aunque muy discretamente, escondidas bajo mi espesa cabellera a la altura de las sienes. Me gustan mucho, y casi no me vuelvo a teñir de pelirroja para poder pseudolucirlas (están bastante ocultas). También, en el último año en Brighton, cogí bastante peso de más, aunque sólo según mis baremos, que nadie piensa que esté gorda. Pero me molesta ver que la papadita familiar ha tomado cómoda posición bajo la barbilla. Me molesta porque es lo único que, de verdad, me hace parecer distinta a quien era hace dos años.
Pst, Odyseo, he corregido la falta de ortografía, pero tu blog sigue sin aparecer por ningún lado. No me puedo creer que hayas decidido dejarlo. ¿Estás migrando a otra página? ¿Redecorando algún ala? Jo, aparece.
"I do believe in fairies. I do, I do."
Ayer la sacamos un ratito a pasearse por nuestras manos y, en una de esas, saltó de las manos de Chelcantaure y se dio un trompazo en lo que, a su escala, fueron muchos "pies" hacia abajo. Y el suelo estaba duro. Pero es de goma, o algo muy parecido. Recuperó una postura digna y volvió, sin su consentimiento, a nuestras manos ávidas de la caricia cosquilleante de sus patitas.
No me puedo quejar. Este año, los Reyes Magos me han traído un piso nuevo con compañeros de piso nuevos y muy agradables aunque, eso sí, elfos perdidos ambos. Me han traido una cama nueva, grande y bastante cómoda, aunque aún me estoy haciendo al cambio. Me han traido un curso de inglés para sacarme el Advanced English Certificate, con compis de cole y un profe inglés con el kit de humor inglés incluído. Me han traído el retorno a la cocina española, a las ensaladas frescas baratitas, a los donuts y el pan pan, no pan-plinas. Me han traído un barrio estupendo que tiene de todo y me queda cerca del cole, de ambos coles. Me han traído una academia de oposiciones y traducciones para hacer. Me han traído un montón de amigos a los que hacía mucho que no veía y echaba de menos. ¡Me han traído un hamster!
- Vuelvo a ser pelirroja. Y es que las vocaciones son difíciles de eludir o esquivar.
Decía Diana Lane en esta película algo así como que "cuando te dejan, es como si te pegaran un tiro en el corazón, pero no te murieses". Este estar muerto sin estarlo es, como mínimo, un latazo.
Ayer, en la academia de las oposiciones, paseando la vista descubrí varios letreros distribuídos por la habitación que encerraba la secretaría. Una, muy graciosa, estaba escrita a mano y colocada sobre una estantería, y rezaba así:
"No tocar, corto manos"
"Todo el mundo es capaz de enfadarse, eso es fácil. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado justo, en el momento adecuado, por la razón justa y de la manera adecuada, eso ya no es tan fácil."
Aristóteles.
"Primero, trata de entender al otro, después, trata de hacer que te entiendan a ti."
S. Covey.
Me voy a ir a la pelu en un ratín, que ya me vale, casi tres meses sin cortarme ni teñirme. Pero, la verdad, no sé muy bien que hacer, si volver al pelirrojo, insistir con este no rubio del todo pero tampoco pelirrojo o tratar de volver a ser castaña, que era mi color de pelo original (creo, hace ya tantos años). Mi vocación de pelirroja, como imaginareis, protesta enérgicamente, mi afan de aventuras dice que matemos el mito de las rubias descerebradas y mi vagancia intrínseca aboga por el castaño para pasar del tema.
Ya tengo el horario de clases de la academia de inglés, y ayer me matriculé en las de preparación de las oposiciones, que empiezan el día tres de febrero con un curso intensivo. Lunes, miércoles y viernes por la mañana, inglés; jueves tarde, oposiciones. El resto del tiempo, como todo el mundo me repite insistentemente, a estudiar. Estudiar y, de vez en cuando, descansar un ratín. Y traducir, siempre que no me quite demasiado tiempo.
Los seres humanos somos bichos sociales. No gusta estar con otros bichos y hablar con ellos, jugar, caminar, entrar, salir. No importa demasiado si el otro bicho es de una especie diferente. Nosotros nos apelotonamos en ciudades y, como quede un poco de espacio, nos rodeamos de bichos tales como peros, gatos, serpientes, pajarracos, tortugas, arañas, ratones...
Cuando me dispuse a empacar el ordenador para traerlo a Númenor, descubrí que todas las cajas menos una que había guardado en el garaje de mi-casero-que-es-un-sol a fin de facilitar el traslado, habían sido atacadas, tomadas y colonizadas por el moho. Así que, de repente, me vi con muchísimo menos espacio en el que meter las mismas cosas. La del monitor era la única que se había salvado, y menos mal, porque es lo más delicado del ordenador. Así que, debidamente encajado por las piezas de corcho que sí habían sobrevivido, metí la torre en la maleta más grande que tenía. Desgraciadamente, eran sólo un par de soportes de corcho, no cubrían toda la pieza y dejaban innumerables huecos todo alrededor del aparato. Así que, me dije, no quedaba más remedio que asegurar todo el espacio vacío que quedaba. ¿Y con qué lo hice? Exacto, con calcetines.
No sé muy bien por donde empezar. Hacer un resumen de los últimos días se me antoja tan cansado como las labores que desempeñé en los mismos. Me encuentro frente a mi ordenador, que llegó sano y salvo desde Valinor y que se encuentra ahora sobre una mesa distinta, en una habitación distinta, en un país distinto y con una persona ¿distinta?